Conversaciones de vestidor

el viernes pasado en una conferencia de prensa conjunta que daban el presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari, y Ángela Merkel, en Berlín, el mandatario del país africano manifestó: “¿El pronunciamiento político de mi esposa? No lo sé exactamente. En realidad su lugar es mi cocina, mi comedor y el resto de habitaciones de mi casa”. Y así, sin más explicación, contestó a la pregunta de un periodista acerca de las críticas que había realizado su esposa acerca de su forma de gobernar.

Las declaraciones se dan una semana después del video que revela la actitud misógina y sexista de Donald Trump y sus vergonzosas explicaciones de los días siguientes, reduciendo sus declaraciones a lo que él denominó “conversaciones de vestidor”, ahondando aún más su postura en el transcurso del segundo debate presidencial en Estados Unidos, cuando se refirió a los líos del marido de Hillary Clinton, mientras este ejercía la presidencia de dicho país.

Así, a la par que los organismos internacionales se esfuerzan trabajando por la igualdad de género, la no violencia contra la mujer, entre muchos otros temas relacionados, y una serie de ordenamientos jurídicos en el mundo se han esforzado incluyendo normas que tratan de lograr la igualdad entre hombres y mujeres en asuntos tan importantes como el acceso al trabajo, el derecho a una remuneración justa y la participación política en la vida de un país, entre muchos otros, las declaraciones públicas de candidatos y presidentes acerca del rol de las mujeres, donde se deja ver con frontalidad su machismo, nos demuestran que aún hay mucho camino por recorrer y que al más puro estilo de las cavernas, las mujeres todavía son tratadas con un imaginario garrote.

Mientras se siga pensando que el rol de la mujer es únicamente estar en una de las habitaciones de la casa de su marido, o ser observada como un objeto para el placer de un magnate de turno, o que sus opiniones de interés y consejos van dirigidos únicamente a la forma como se maquillan, las leyes que se dicten a su favor son letra muerta, así sea en Estados de derechos y justicia como el nuestro.

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