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Contraloria detecta anomalias en asilo y naturalizacion de Julian Assange

Este lunes el organismo de control emitió un borrador con resultados preliminares sobre el análisis de las actuaciones administrativas en este caso.

Imagen de archivo del fundador de WikiLeaks, Julian Assange, durante su estadía en la sede diplomática de Ecuador en Londres.

El asilo y la naturalización de Julian Assange no estuvieron alejados de anomalías e irregularidades. Así lo evidenció la Contraloría, que este lunes emitió un borrador con resultados preliminares sobre el análisis de las actuaciones administrativas en este caso.

El hacker australiano presentó la solicitud el 19 de julio de 2012. Dijo que su vida corría peligro, que existían amenazas de muerte. Fue una comunicación redactada en castellano. El canciller de la época hizo saber a su par de Reino Unido, el 16 de agosto, que el informático había solicitado protección diplomática de Ecuador.

Habló de persecución política, de que podría ser objeto de violación de derechos humanos por su trabajo en desenmascarar la corrupción. Mencionó al menos 17 argumentos y comunicó la decisión del asilo.

La Contraloría determinó que desde el inicio la convivencia no fue fácil. Assange invadió la mayoría de espacios de la embajada ecuatoriana en Londres. Sin pedir autorización, empezó a ocupar espacios que le correspondían a la legación diplomática, tuvo roces con el personal de seguridad, de limpieza, con los funcionarios.

Su equipo de seguridad superó al personal de la embajada, llegando a contabilizarse hasta 17 miembros. Al mínimo llamado de atención, la actitud beligerante del asilado venía acompañada de la justificación de que tenía la autorización del canciller en Quito.

En el informe preliminar se evidencia que los reportes fueron continuos y de distintos niveles: embajador, seguridad, personal de limpieza y otros funcionarios. Pero no se evidencia que desde Quito, la autoridad que dirigía la Cancillería, hiciera algo para resolver la situación.

El fundador de WikiLeaks hacía fiestas hasta altas horas, recibía visitas en horarios no acordados en las normas de convivencia; además, su personal ingresaba y sacaba paquetes sin que la seguridad de la sede pudiese evitarlo.

Sobre la naturalización, los auditores dieron cuenta de que no existe documentación de sustento; no se pagaron los costos de los formularios previos, el trámite no se incorporó en el sistema electrónico respectivo, el cuestionario respondido por Assange no es el mismo que responden otros ciudadanos en su situación.

Ocho días antes de que le den la carta de naturalización, el australiano públicamente había dicho que contaba con el documento.

En 2017, se intentó que Assange sea reconocido como consejero diplomático en Reino Unido y como agente diplomático en Rusia. Reino Unido no aceptó y la representante ecuatoriana advirtió a ese país que si no aceptaba se vulneraba una decisión soberana de Ecuador.

Con esa negativa se anuló ese nombramiento y el de consejero en Moscú. El argumento para justificar esa actuación fue una supuesta designación especial para preservar su vida.

En la lectura estuvo presente Juan Falconí, exembajador en Londres, quien señaló que hubo un protocolo de convivencia cuya copia se remitió a Assange; pero “en actitud beligerante no quería firmar el recibido”.

Otro funcionario mencionado señaló que presentó 17 hojas con descargos que no se tomaron en cuenta con la base jurídica y legal que se tomó en consideración para concederle la naturalización y que se fundamenta en tratados de Derechos Humanos.

Para las 14:30, se ha previsto la lectura de los costos que demandó tener a Assange en la sede. Para la entrega del pasaporte habrá otro examen especial.