Continuidad o cambio

Es la pregunta que se hace la sociedad y ciudadanía ecuatoriana hoy. La difícil situación del país demanda con urgencia cambios. La necesidad es determinada por la actual crisis económica, cuanto por la presupuestaria y el deterioro de los ingresos fiscales. También por la caída del crecimiento de la economía, la disminución de los precios de varios productos de exportación y los pagos que se deben hacer por la deuda externa e interna.

Por esto la situación del país no debe anclarse únicamente en el ámbito ideológico y político. Esto debe merecer atención pero junto a ello está lo señalado anteriormente. De ahí que no cabe insistir con obsesión en la “continuidad y profundización del modelo político” que instauró el pasado gobierno. Este, luego de una década ha demostrado graves fisuras. Especialmente por los hechos de corrupción, ausencia de transparencia, endeudamiento agresivo, etc.

El Ecuador del 2017 no puede ser confundido con el del 2007. Es válido que un sector ciudadano tenga propuestas utópicas. Pero más allá de ello se debe pensar que aquello que beneficie al país, tiene prioridad sobre los beneficios partidistas y la llamada “continuidad del modelo”.

Por eso bien hace el actual mandatario en preocuparse por establecer una política de diálogo para escuchar a los diferentes sectores económicos, sociales y políticos acerca de lo que piensan y plantean para salir de la crítica situación.

Se requiere que los sectores ideológicos-políticos alineados con el modelo anterior comprendan que siempre son más importantes que “los intereses de la patria que los intereses de cualquier grupo político”. Esta parece ser la tarea central de las diferentes agrupaciones y líderes políticos en el momento actual.

El Ecuador real clama porque haya políticas de cambio que permitan superar las dificultades, los problemas y los eventos que han llevado al país a la situación actual. Cambiar es necesario y saludable. Es un clamor generalizado en el conjunto de la sociedad ecuatoriana y los diferentes estamentos de ella.

Ojalá todos los sectores económicos, sociales y políticos comprendan que no es la hora de los sectarismos ni de reivindicar un determinado modelo, sino que “es la hora del país real” y de aquellos que quieran avizorar y trabajar por mejores días para el Ecuador de todos.