Concluyendo el 2018

Siguiendo la inveterada costumbre, después de pocos días de celebrada la Navidad, con intercambio de regalos que no solo llegan a manos de los niños sino también de los adultos de todas las edades, aunque estos no crean en el tradicional mito del Niño Dios o del Papá Noel, nos tocará quemar al filo de la medianoche del 31 al ‘año viejo’ y con ello despedir, unos tristes y otros, los optimistas, muy gozosos, el 2018 que, indudablemente, ha traído algunas novedades dignas de ser recordadas en un tiempo que calificamos como de crepuscular.

Algunos politólogos o simples ciudadanos con el menos común de los sentidos, que dicen es el sentido común, han calificado a estos 365 días que se extinguen ante la impasible mirada del dios Cronos, como un “año morenista”, que sin duda alguna sí introdujo significativos cambios en el país, aunque los más exigentes insistan en decir que todavía se transita a muy lento paso de tortuga o, lo que es peor todavía, yéndose hacia atrás, como el cangrejo.

Los satisfechos o no muy exigentes ponen como ejemplo que al entrar al reino de los “arrepentidos” (del correísmo, por supuesto) se acabó en la Asamblea con la “aplanadora” que nos impuso sin chistar todo lo que Rafael Vicente envió desde Carondelet. Lo que implicó que se le metiera la mano a la justicia sin piedad alguna, se atentara contra la libertad de prensa aplicando la Ley de Comunicación, que debió ya ser derogada pero a la que solamente se le hicieron ciertas reformas (sin tocar a los privilegiados en la distribución de frecuencias radiofónicas); y se derrocharan los tantos “melones” que ingresaron gracias al ‘boom’ petrolero que, además, dio paso a una corrupción que ahora ha salido al descubierto, aunque se den pasos muy lentos para sancionar a los culpables y recobrar el dinero que fue a parar a los paraísos fiscales, dicen que algunos hasta llevados allá en los aviones presidenciales.

Otra novedad del 2018 es haber batido récord en cuanto al número de vicepresidentes en solo año y medio de mandato, llegando al tercero, al que ojalá no le asignen como funciones los “recursos estratégicos” que tentaron y finalmente condenaron a Glas.