Una comunidad vigilante

Aunque las promesas están ahí, las esperanzas persisten, y los propósitos parecen apuntar a su concreción, lo cierto es que el tiempo avanza inexorable, y los resultados apenas sí se esbozan. En el entretanto, se percibe a una ciudadanía indiferente, unos sectores sociales y gremiales concentrados en sus conveniencias; y los partidos políticos aplanados en la consolación de orbitar alrededor del poder ejecutivo, con hambre de prebendas burocráticas, y casi sin energías para alimentar el espíritu crítico que abra la voluntad a los cambios profundos que se demanda. Es necesaria una comunidad vigilante que llegue a convertirse en factor clave para que se pase de las palabras a los hechos.

Eco. Mario Vargas Ochoa