El comienzo del fin

El anuncio de las medidas económicas tomadas por Lenín Moreno al eliminar los subsidios para las gasolinas extra y ecopaís, así como al diésel, que probablemente estaban entre los consejos si no compromisos asumidos ante el FMI para hacerle los préstamos al Gobierno ecuatoriano, desató de inmediato una ola enorme de descontento popular ante el aumento del costo del transporte urbano, que no se hizo esperar en Guayaquil y Quito, y el aumento del costo de los alimentos y de la vida, que ya empezó a manifestarse en el precio de los productos de la sierra. El malestar se tradujo en su peor momento en saqueos de locales comerciales y represión policial para mantener el orden público, con la participación de las FF. AA., produciéndose solo hasta el día lunes 477 detenidos según cifras oficiales. En total, 29.000 efectivos de FF. AA., más 50.000 policías fueron desplegados como parte del estado de excepción decretado para controlar el orden y mantener la limpieza de las vías en los puntos en que habían sido bloqueadas y resguardar los negocios para prevenir saqueos. Tres campos petroleros en las provincias de Orellana y Sucumbíos a cargo de Petroamazonas tuvieron que suspender sus operaciones, al ser tomadas sus instalaciones por grupos ajenos a la entidad. En Guaranda, las organizaciones campesinas se tomaron el edificio de la Gobernación y varios edificios públicos donde funcionan los ministerios de Obras Públicas y de Educación, la Prefectura, la Alcaldía y aun el Cuerpo de Bomberos. En Tungurahua, la Unión de Comunidades Indígenas se tomó el cerro donde están los equipos de transmisión de canales y estaciones de radio de Chimborazo, Cotopaxi y Tungurahua y desconectaron las antenas. Asustado por la violencia popular desatada en Quito, la noche del lunes Lenín Moreno trasladó la sede del gobierno a Guayaquil, hecho insólito que puede ser todo menos entereza, para comparecer por TV y acusar al expresidente Rafael Correa y a exmiembros de su gobierno de fraguar un golpe de Estado en colaboración con el presidente venezolano Nicolás Maduro, aprovechándose de la movilización indígena, tamaño disparate que no se lo cree ni él mismo. Destruir es acción torpe y fácil. Gobernar, tomar verdaderas decisiones de gobierno con acierto.