Cobardes e irresponsables

Los duros días que vivió el Ecuador, y sobre todo Quito, están ahora teñidos de dos circunstancias que vuelven detestables a sus autores, cómplices o encubridores. A la enorme irresponsabilidad demostrada al propiciar, voluntaria o “ingenuamente”, actos de vandalismo para hacer más notable su decisión de acabar con el orden constitucional se añade, tal cual se desprende de recientes investigaciones, la cobardía de utilizar adolescentes para incendiar el edificio de la Contraloría.

Sin asumir las actitudes racistas de ciertos conglomerados de extrema ignorancia, que fundamentan sus argumentos en delirantes pretensiones de superioridad étnica en razón del color de su piel, no cabe bajo ninguna circunstancia el aceptar la condenable prepotencia con que determinados dirigentes indígenas están asumiendo el desempeño de sus transitorios roles, con intolerables manifestaciones de absoluta desvergüenza al sustentarlos en amenazantes advertencias que incluso hacen mofa de sus ancestrales visiones de la administración de justicia.

En días en que todos deben reflexionar respecto a los riesgos a que se ha sometido a la República, no cabe la excusa de que los desmanes los propiciaron infiltrados, pues los que están actuando como tales son los actuales dirigentes de la Conaie.