3. En el barrio. Un grupo de vecinos arma un pequeño belén.

Un clasico cristiano que emociona en diciembre

“Nos tomamos dos días con parte de sus noches para elaborarlo”, dice María de los Ángeles Salavarría Sáenz, la ayudante de personal que en los últimos nueve años impuso una tradición en la empresa donde labora: que cada diciembre se arme un pesebre.

Cada detalle aparece delicadamente confeccionado. “Nos tomamos dos días con parte de sus noches para elaborarlo”, dice María de los Ángeles Salavarría Sáenz, la ayudante de personal que en los últimos nueve años impuso una tradición en la empresa donde labora: que cada diciembre se arme un pesebre.

Inicialmente era pequeño. El actual ocupa uno de los espacios principales en el ala de oficinas de Aislapol, una empresa dedicada a la construcción de casas y edificios con el uso de aislantes politérmicos.

“Es que a mi jefe, el dueño de la empresa (Ernesto Lingen Cruz), le gustan estas cosas, y él apoya que se hagan”, cuenta María de los Ángeles, quien comandó al grupo de cuatro personas que el último fin de semana se ‘acuartelaron’ desde las 08:00 del sábado y terminaron a las 02:00 del lunes, para montar el nacimiento.

Todo un complejo que reúne espacios urbanos y rurales, con el que se intenta armar el diciembre de hace más de 2.000 años, en los días en que el Hijo de Dios vio la luz en un pesebre de Belén.

Es una tradición que se ha ido perdiendo entre la mayoría de guayaquileños, aunque todavía es posible observarlos en algunos espacios urbanos y en la intimidad de un hogar católico.

En el caso del pesebre de Aislapol, gran parte de las edificaciones se elaboraron con la materia prima que usa esta empresa: el poliestireno expandible, algo que los guayaquileños identifican simplemente como ‘espumafón’ o ‘plumafón’.

“Esto de armar pesebres me fue heredado de mi padre, él es muy tradicionalista”, revela la asistente de personal, quien fue ayudada esta vez por su hermana Jessica, su hijo Gabriel y su novio Fernando Santos, quien es un compañero de labores. “Cada año ha ido creciendo. Para la próxima Navidad seguro ocuparemos toda el área de acceso”, dice.

Esto de los pesebres también provoca que cada diciembre tres o cuatro familias del sector de Letamendi y Machala se reúnan para instalar el suyo.

Aunque está en una de las veredas del sector, ocupa un espacio pequeño, el necesario para distribuir las 14 figuras que representan el momento en que Cristo nació.

“Cuesta armarlo, porque no todo el barrio colabora, pero nos gusta compartir con nuestros vecinos este paisaje de la Navidad”, comenta Fausto Saona Carrasco, un dibujante publicista que asume desde hace cuatro años el compromiso de convocar a los lugareños para armar este nacimiento.