Civiles armados para Ecuador

Una mujer cruza la calle, civiles armados la rodean, a pie y en moto. Luego la matan. Hombres y mujeres se paran al frente de inmensos tanques (que parecen de guerra) denominados antimotines, porque ya no quieren más violencia; exponen su cuerpo, desnudo y vulnerable, frente a las armas para que ya pare el crimen y el caos. Nuestro Gobierno mira en silencio cómplice las atrocidades. Una caricatura en el diario oficial expresa la opinión del régimen: todo es un “show” de la prensa orquestado por los EE. UU. Nunca es responsabilidad de ellos. ¡Cómo te empujan a sentir vergüenza humana! ¡Venezuela se hunde y los muertos, sí, los muertos, quién sabe en realidad cuántos son! Hace pocas horas me enteré que algo tibio se ha dicho, ¡en fin! Si no lo hubiera vivido, no lo hubiera creído.

Ahora resulta que para segundo debate se quiere considerar la creación del “Servicio de Protección Público”, esto es, civiles armados, con atribuciones que actualmente ejercen los militares y la policía nacional. ¿Para qué? Llevan diez años en el gobierno y no han podido “mejorar” la calidad de servicio de la policía, acaso? ¿Las intimidades políticas con los militares no les dan la seguridad suficiente aún? ¡Caramba, pienso, cuánto sabrán del descrédito que tienen, que crean sus propias fuerzas armadas, así como crearon sus propios juececillos a través de la Ley de Comunicación! El deseo por absorber poderes es demencialmente ilimitado.

¿A quién van a obedecer estas fuerzas especiales? ¿Sucederá lo mismo que en Venezuela? ¿Seremos testigos de motorizados, con rostros cubiertos, exhibiendo armas y haciendo zigzag por las calles, generando terror?

Yo no quiero un país así. El deseo no basta, lo sé. No tengo otra opción, por ahora. Pero sí puedo preguntarle a quienes se pagan sus sueldos con nuestro dinero, a los jueces, decanos y directores de las facultades públicas, Defensoría del Pueblo, Consejo de Judicatura, Corte Constitucional, todos los que juraron obedecer la Constitución y la supremacía de los derechos humanos: ¿dónde está su protesta ante este proyecto atropellador?