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El ciclico problema vial

No hay invierno en que los deslaves no cierren las carreteras. Dos meses de lluvias y los bloqueos van en aumento; las pérdidas son millonarias.

El cíclico problema vial

D os meses de invierno y los bloqueos de carreteras comienzan a complicar, como todos los años, la conectividad terrestre en las provincias de la Sierra y, entre estas y las de la Costa y la región amazónica. Y esto que aún falta casi tres meses para salir de la temporada lluviosa que, generalmente, termina en mayo.

Los cíclicos deslaves, en los mismos tramos viales, han pasado a ser el panorama cotidiano en la red vial estatal en la que, según el gobierno anterior, se invirtieron unos 9.300 millones de dólares en diez años. La inversión, sin embargo, no solucionó las deficiencias viales como la desestabilización de los taludes, la falta de drenajes adecuados de los que los expertos hablan todos los años.

El tramo Alóag-Santo Domingo, vital por conectar la Costa con la Sierra Central y Norte, ya pasa por su tercer gran cierre en este año, en el mismo sector donde por años han caído, durante la temporada lluviosa, millones de metros cúbicos de tierra y piedra en la carretera. Y han sido millones de dólares los que también se han destinado para el desalojo del material que tapona la carretera. En el último, que ha tenido la vía cerrada por siete días, se calcularon 60.000 metros cúbicos de material rocoso.

En cada cierre, las autoridades recitan el discurso de que se está trabajando para reabrir la vía lo más pronto posible; que el terreno es inestable, que se harán trabajo para que eso no vuelva a ocurrir, que se ejecutarán trabajos de estabilización de los taludes. Los discursos de las autoridades provinciales y los deslaves se registran una y otra vez en una especie de círculo vicioso, en el que los afectados, entre ellos los transportistas, siempre hablan de pérdidas, pero son los usuarios, los pasajeros, que deben pagar por viajes que demandan más horas, por vías alternas que enfrentan los mismos problemas.

La Latacunga-La Maná se cerró el jueves en la noche y con ello, otra vía alterna cerrada, en el sector el Guango. Y con ellos, nuevas peripecias para los conductores como Wilmer Andrade, de transporte Machuchi, que se pasó la noche rezando para que no le pasara nada ni a él ni a los pasajeros. Decenas de vehículos quedaron a ambos lados de la montaña de tierra y piedra que taponó la carretera.

Las maquinarias entraron el viernes en la mañana a reabrir el paso, como siempre, en un solo carril y durante el día, porque hay inestabilidad que amenaza la vida.

La vía Guaranda Bucay también está cerrada por deslaves. En esta ocasión, el Ministerio de Transporte y Obras Públicas informó de la apertura de tres frentes de trabajo para las labores de limpieza.

“La dinámica es permanente frente a las emergencias”, dijo en esta semana el director distrital de ese ministerio en la provincia de Bolívar, Gustavo Pilamunga.

La Guaranda Bucay también tiene su ruta alterna, Balbanera-Pallatanga, pero tampoco esta carretera se salva de los cierres en el invierno.

En este momento en la zona cinco, que integran Bolívar, parte de Guayas, Los Ríos y Santa Elena, hay siete patrullas de caminos atentados a los deslaves y los bloqueos viales y 27 maquinarias para hacerle frente a las limpiezas.

Son tantas las vías que hoy enfrentan problemas de deslaves en el país. Entre otras, están en esta situación la vía Calacalí-Río Blanco, entre el kilómetro 53 al 58, la vía Ibarra-San Lorenzo y la Guanujo-Echeandía.