Cerca de Guayaquil aún se cocina en barro

Cerca de Guayaquil aun se cocina en barro

Dirigirse al recinto Juntas del Pacífico, una vez que se toma el estrecho camino que parte desde el kilómetro 30 de la vía a Salinas, es como retroceder en el tiempo. Aunque está a solo media hora de Guayaquil, parece una región apartada del mun

Dirigirse al recinto Juntas del Pacífico, una vez que se toma el estrecho camino que parte desde el kilómetro 30 de la vía a Salinas, es como retroceder en el tiempo.

Aunque está a solo media hora de Guayaquil, parece una región apartada del mundo. La vía está deteriorada por las lluvias por lo que el viaje se torna lento. A lo lejos se ve a una persona desesperada haciendo de la mano para que lo lleven “más adelante”, pues los carros no pasan muy seguido por el lugar.

Los habitantes de estos sectores situados entre las provincias de Guayas y Santa Elena se consideran descendientes de la antigua cultura Huancavilca.

En Juntas del Pacífico vive Rosa Rodríguez, quien a sus 83 años conserva sus utensilios de cocina ancestrales en su tradicional casa campesina de caña.

Vive con tres de sus ocho hijos, en un mismo terreno pero cada cual en su propia vivienda.

Rodríguez prepara los alimentos en un fogón hecho de barro, las cacerolas son del mismo material que proviene de la tierra.

Además, ella utiliza las ollas para tostar el café y el maní.

En este sector algunas casas tienen cocinas a gas. Pero conservan el tradicional fogón de barro para las emergencias. Es lo que los saca de apuros cuando se va la energía eléctrica, en el caso de la cocina de inducción; y las de gas, pues tienen que trasladarse kilómetros para obtenerlo.

Rosa es muy hábil con sus manos. Al vivir sola necesita ser autosuficiente. Para sus labores de cocina utiliza la piedra achatada y la piedra para moler, tal como la usaban sus ancestros.

“Para mí estos implementos de barro tienen mucho significado, nuestros antepasados huancavilcas los usaban”, manifiesta Rodríguez.

Cuando tiene la tierra adecuada elabora ollas de barro. La obtiene de lugares aledaños como el cerro Las Negras.

Su fogón es su más preciado bien, en él cocina sus alimentos. Cuando este se va destruyendo, ella le aumenta barro por partes para repararlo.

En otros tiempos, con la misma masa que hacía la reparación del fogón realizaba unas cazuelitas de barro para vender.

De sus hijos solo una heredó el oficio de hacer utensilios de barro y además sigue cocinando como se lo hacía antes. Ella es Jacinta Lavayen.

Según Santos Lavayen, hijo de Rodríguez, para elaborar ollas o cualquier objeto de barro se sigue un proceso largo: la tierra se la pone a podrir, luego viene el secado que dura tres semanas, para luego llevarlo a quemar al fuego. “Cuando la tierra está aguadita se le da la forma”, acota.

Cuando doña Rosa, la matriarca de la familia, hacía los tiestos y demás utensilios de barro, eran muy solicitados.

Incluso llegaban de Guayaquil a llevarlos. Después de todo, la ciudad está a solo media hora de este sector rural que parece perdido en el tiempo. Lo saben quienes pasan por el kilómetro 30 de la vía a la costa. (F)