Jornada. En todas los templos católicos, fue común ver a los fieles orando y  fijando las penitencias que, dijeron, cumplirían, en algunos casos, los 40 días.

Ceniza y lagrimas en el inicio de la Cuaresma

Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INEC), el 80,4 % de ecuatorianos pertenece a la religión católica, seguido de la evangélica.

Hincada sobre una de las bancas de la iglesia Nuestra Señora de los Ángeles (San Francisco), situada en el centro de Guayaquil, María Quiñónez Zúñiga, de 62 años, eleva su mirada hacia el altar. Sus ojos se humedecen. Trata de secarse aunque es inútil, su rímel se ha desvanecido.

“Este día, el Miércoles de Ceniza, es muy grande. Cuando estoy aquí siento que me invade una paz eterna, que es difícil de describir. Por eso me pongo bastante nostálgica. Esta es mi iglesia favorita, podría vivir donde sea, igualmente vendría hasta acá por el Jesús del Gran Poder”, relata.

En la fila continua a la de Quiñónez, Sonia Izurieta, de 49 años, también trata de contener sus lágrimas con sus dedos, dice que no está triste, que simplemente la conexión con Dios hace que su paz interior se exteriorice en lágrimas.

“El Señor y yo nos conectamos, y así se siente. Prefiero no decir más, solo quiero seguir conectada”, añade.

Como estas dos guayaquileñas, cientos de fieles a la iglesia católica iniciaron, ayer, el conteo de 40 días hacia el inicio de Semana Santa.

Aunque la celebración es la misma para los católicos, las formas de vivirla cambian. Llorar, cantar, sonreír y orar son las maneras más comunes para reflejar la fe.

Hay jóvenes y niños que tienen pocos años marcando su frente con una cruz de ceniza para recordar la promesa de penitencia durante la Cuaresma. Pero hay otros expertos en el ritual como Teresa Cajo, de 82 años, quien recuerda haber asistido a recibir la ceniza desde los siete años.

Cajo explica que lleva la mitad de su vida recorriendo desde la 26 y Capitán Nájera hasta la Catedral Metropolitana de Guayaquil para hacer contacto espiritual con su Dios. Ayer, llegó junto a su vecina, quien pese a no compartir la religión, se prestó como su acompañante.

“Mi fe por la Virgen y por Dios comenzó desde mis siete años. Entonces para mí la vida es la iglesia. Ahora vengo a confesarme y comulgar para estar en paz con ellos, porque antes de ellos no hay nadie más importante”, afirma.

Ella pertenece a tres grupos de católicos donde, dice, ha encontrado a parte de entendimiento religioso, amistad. “Cada día vengo, doy charlas a los que se van a casar, hablo con los padres que van a bautizar y también doy clases en la catequesis. Ya soy parte de aquí”, dice.

Jhonny Flores, de 62 años, también asiste a la Catedral desde su juventud. Su tradición es el ayuno, durante todos los miércoles que conllevan a la Semana Mayor.

“Desde muchacho he vivido la tradición católica. Mi padre me traía primero a la San Vicente y luego nos cambiamos para acá. Hoy vengo a recibir comunión y ceniza, además empezaré el ayuno”, cuenta.

Según datos de la Arquidiócesis de Guayaquil, las iglesias más visitadas en Miércoles de Ceniza fueron la Catedral, San Agustín, la Merced, San Alejo y San Francisco.

“Acuérdate que eres polvo y en polvo te convertirás”, rezaba la frase de meditación repetida por los párrocos en las 168 iglesias católicas porteñas.

Asimismo, como muestra de inicio a la llegada de esta celebración, Luis Cabrera, arzobispo de Guayaquil, invitó a la ciudadanía a practicar la caridad, fidelidad y unidad. “El amor a Jesús y el cuidado de sus ovejas, por su parte, nos comprometen a mantener una inquebrantable fidelidad a su palabra y a buscar la unidad del pueblo”, escribió en la carta pastoral.