El rey de los radares de inspección. El cabo Segundo Stalin Ostaiza opera el radar del avión CASA con el que patrulla las aguas soberanas la Armada. Debe detectar movimientos inusuales de buques.

A la caza de los buques chinos

Un pedido por parte de la Armada para ampliar y mejorar su sistema de imágenes satelitales se hizo al Ministerio de Defensa.

Está acostumbrado al traqueteo del avión CASA. Tanto, que conoce cada zumbido del motor. A madrugar también se ha habituado. Pese a los tres años que lleva a cargo del radar de vigilancia de la aeronave de la Aviación Naval, el cabo segundo Stalin Ostaiza sabe que estar alerta es vital en su trabajo.

Son las 08:00 y vigila cuidadoso la pantalla a espera de alguna actividad inusual, de un buque que zigzaguee medio milímetro más allá de donde no debe. Después de que el 13 de agosto la Armada capturara un carguero chino pescando ilegalmente en la Reserva Marina de las islas Galápagos, esa sensación de peligro, acepta, se ha intensificado.

El grito llega dos horas después, cuando la aeronave lleva ya dos de las seis horas de su recorrido habitual en el aire. A 250 kilómetros de Guayaquil, sobre aguas internacionales, hay un buque. Le avisa al cabo segundo Sumar, quien maneja el monitor electro-óptico al otro lado del pasillo. “Ya verifico”, responde.

Las tomas satelitales dejan en claro que efectivamente es un barco chino, el Hai Feng 663. Circula junto a las aguas soberanas, pero no cruza la raya. Nada que hacer. Alejandro Villacís, comandante en jefe de la Escuadra Naval, les hace la seña de que sigan. “En aguas internacionales pueden pescar. Eso dice la ley. Lo que nosotros vigilamos es que no ingresen a la zona económica exclusiva”.

Para este, lo sucedido con el buque chino es inusual, la primera vez que ha visto algo similar en sus 37 años de carrera militar. Pero descarta que sea la última. “Las incursiones se van a volver frecuentes (no solo en Ecuador) porque el mar es una fuente de alimento y los países van a intentar obtener esa fuente de alimento”, afirma.

Pero evitar que suceda es más complejo de lo que parece. Además del avión CASA, dos lanchas guardacostas, una lancha misilera, un avión Super King Air y un submarino (que se sumó el 28 de agosto) patrullan las aguas entre el territorio continental y las Islas Encantadas.

Sin embargo, aunque el control es diario, no es permanente. No todos los equipos patrullan de manera simultánea. Es muy caro y el presupuesto no da para más. “No es que podemos estar presentes las 24 horas del día...pero no hay riesgos porque cuando no está la aeronave están los guardacostas. Siempre hay alguien”.

Resignado acepta que unos $ 20 millones más ayudarían a arreglar los buques que llevan meses en reparación y que facilitarían la misión; 8 de los 14 con los que cuentan. Dos de ellos están por volver a patrullar después de pasar meses averiados; el remolcador Chimborazo y el transportador Calicuchima. Tilda de feliz coincidencia que su arreglo haya concluido justo en esta época tan necesaria.

Sueña con que, algún día, el Ministerio de Defensa apruebe la compra de un buque multipropósito, pero sabe que el costo de 60 millones lo vuelve un sueño lejano. “Es un rubro que el Estado debe sopesar con otras necesidades... Ese es el arte del comandante, saber emplear bien los medios que tiene”, afirma.

Para las 14:00, el patrullaje ha terminado. El piloto aterriza en la base de San Cristóbal sin mayores novedades. Esperan que así se mantenga.