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Casos y cosas del futbol ecuatoriano

Casos y cosas del fútbol ecuatoriano

En la temporada de 1951 de la ‘Aso de fútbol’, sin ninguna duda el Río Guayas fue el mejor equipo, terminando invicto todos sus juegos y logrando el campeonato. Diez extranjeros y un nacional eran su elenco. Para conocer su alineación, solicité la ayuda de la excelente memoria deportiva del Ing. Carlos Espinoza, compañero de tertulias donde ‘Pablito’ y gran conocedor del fútbol me la dio certera y precisa. Arquero: Domínguez; Defensas: Spandre y Mourín; Volantes: Sandoval (único ecuatoriano), Carusso y Carrara; Delanteros: Padrón, Esmoris, Deleva, De Lucca y Aguilera. Merecían ser campeones.

Pero, tenemos una anécdota de ese mismo año 51’, partido entre Barcelona y Norteamérica. Del resultado dependía el vicecampeonato para Barcelona.

Faltando no más de dos minutos para el final, se cobra un tiro libre, desde unos metros después de la media cancha; ‘El Pibe’ Sánchez lo ejecuta, directo sobre el área chica, en donde era un hervidero de jugadores; la pelota fue alta y bombeada sobre el arco nortino. El balón en su trayectoria, reflejaba las luces del estadio, gracias al esmalte blanco, con el cual ‘Papota’ Torres, el ‘inflapelotas’ de la “Aso” la había pintado. El arquero del Norte, ‘Caimán’ Muñoz la vio fácil mientras se elevaba con los brazos en alto; ¡Mía! gritó; en ese mismo momento el ‘Cholo’ Chuchuca le bajaba la pantaloneta a Muñoz, el cual, para proteger sus intimidades, tuvo que bajar los brazos. El balón cayó suavemente a los pies de ‘Sin motivo’ Jiménez que con un toque corto lo puso en las mallas y ¡Gol! para los toreros.

El árbitro ‘Mula Coja’ Vergara, “prendió la motocicleta”, sancionando el gol. Tras de él corrieron los nortinos reclamando la validez del tanto. ‘Caimán’ Muñoz, sosteniéndose la pantaloneta con las manos, era el que más gritaba. De nada valieron los reclamos, porque hasta los “pacos” de esa época protegieron al árbitro Vergara, pues ellos también eran barcelonistas.

Ya en los camerinos, ‘Cholo’ Chuchuca cantaba con una amplia sonrisa: ¡Se fue el caimán, se fue el caimán, se fue para Barranquilla, y también a llorar para su barrio!