El vicepresidente encarna la responsabilidad política de las áreas estratégicas.

Los candidatos y la oposicion apuntan a Glas

Fuera de juego. Cuando el exacerbado debate de la corrupción amenazaba con extinguirse, la confesión del empresario Marcelo Odebrecht sobre el pago de, por lo menos, $ 33,5 millones en sobornos a funcionarios del Gobierno ecuatoriano, entre 2007 y 201

Fuera de juego. Cuando el exacerbado debate de la corrupción amenazaba con extinguirse, la confesión del empresario Marcelo Odebrecht sobre el pago de, por lo menos, $ 33,5 millones en sobornos a funcionarios del Gobierno ecuatoriano, entre 2007 y 2016, para resultar favorecido con contratos, empujan al oficialismo a una crisis política de final de año, a las puertas de una campaña electoral.

La estrecha relación de la empresa corrupta con contrataciones en los sectores estratégicos, concede una inmediata forma humana a la denuncia: el vicepresidente Jorge Glas, quien ayer cambió sin explicación su agenda de aparecimientos públicos y declinó pronunciarse sobre el tema. Se ha convertido en el principal blanco de la oposición y los candidatos a la presidencia que, en conversaciones con EXPRESO, perfilan la estrategia para arrinconar al candidato oficialista a la reelección contra las cuerdas de una comparecencia en la Asamblea Nacional, exigida hace semanas con el escándalo de corrupción en las petroleras estatales y resucitada por obra y gracia de Odebrecht como un indeseado regalo navideño.

La alta repercusión electoral de esta nueva acusación de corrupción tuvo ayer como muro de contención al menos político de los rostros oficialistas: un titubeante Alexis Mera, secretario jurídico de la presidencia. Fue un atropello de falta de certezas: “No puedo decir que sea falso”, “no puedo decir que ha habido corrupción”, “quizá fueron engañados por alguien fuera del Gobierno”, atinó con poca seguridad. De todas formas, dice Mera, su conciencia “está tranquila”. Porque “todos los actos para fiscalizar a Odebrecht los hizo el vicepresidente Glas cuando era ministro de Sectores Estratégicos”.

Glas hizo más que “fiscalizar” a Odebrecht, en su momento. También hizo la defensa pública de la compañía. En 2012, en una de las reiteradas cadenas con las que el Gobierno intenta desmentir a la prensa, rechazó informaciones publicadas sobre los millonarios contratos de la empresa con el Gobierno justificando: “se han elegido los mejores precios y la mejor oferta en beneficio del pueblo ecuatoriano”. Esas declaraciones amenazan con pasarle factura.

El oficialismo improvisa una respuesta a dos ritmos. Por un lado, armonizando un discurso abanderado por el candidato oficialista Lenín Moreno, quien se limitó ayer a cuestionar que la información aparezca en tiempos electorales (una acusación rechazada incluso dentro de su partido: “no es algo dirigido a Ecuador”, dijo el también oficialista Christian Viteri); por otra parte, el silencio. Ni Vicepresidencia ni Cancillería ni altos funcionarios de Gobierno, consultados por este medio, ofrecieron declaraciones: “Secom se pronunciará”, fue la respuesta en coro.

Al silencio evidente se sumó la propia compañía en Ecuador, que declinó dar declaraciones a este Diario.

En contraste, la oposición y una clase política acostumbrada al sigilo se volcaron ayer en una ráfaga de acusaciones, exigencias y críticas, que evidentemente intentan cercar al correísmo con la incómoda segunda mayor preocupación de los ecuatorianos: la corrupción.

Los presidenciables apuntan a la cabeza. Los candidatos declararon en estas páginas su intención de elevar el tiro sobre el mismísimo presidente Rafael Correa, quien tampoco se ha pronunciado, y -por añadidura- su candidato, Moreno. Guillermo Lasso (CREO) trasladará a su bloque legislativo un pedido con pocas probabilidades de recibir trámite para que el presidente comparezca ante la Asamblea. Otros piensan más efectivamente en futuro: Cynthia Viteri (PSC), Dalo Bucaram (FE) y Paco Moncayo (ID) coinciden en prometer rendición de cuentas en un cambio de gobierno a su favor. “Los traeremos de donde se escondan”, advierte Viteri, la más ruda en sus promesas.

El resto de la clase política apunta al corazón y al presente. Las bancadas de oposición en la Asamblea retomarán desde esta semana la exigencia para que el vicepresidente Glas responda a las dudas que giran en torno a las áreas estratégicas que maneja. Además, buscarán presionar a la Fiscalía General para volver públicas las investigaciones sobre un caso con clara repercusión electoral. A la tarea se anticipa un pero de proporciones mayores: el fiscal Galo Chiriboga ha reconocido que ya solicitó información al Departamento de Justicia de Estados Unidos, donde reposa la confesión de Odebrecht, pero también adelantó que los datos tendrán carácter “reservado”; es decir, no serán públicos.

Una docena de legisladores de todas las tiendas políticas, consultados por este medio, rechazan la medida: “los nombres deben ser públicos, hacer lo contrario sería contribuir a tapar la corrupción y convertirse en cómplice”, aseguró Patricio Donoso, líder de la bancada de CREO, en una opinión que resume la de sus colegas.

Esto incluye a los representantes del oficialismo como Montgómery Sánchez, María Alexandra Ocles, Fausto Terán, Christian Viteri y Miguel Carvajal quienes, aunque descartan una vinculación de Glas en el tema, han adoptado el lema “caiga quien caiga” para referirse a las consecuencias que la investigación debe tener en el partido de Gobierno. La corrupción, antes minimizada por el oficialismo a la calidad de “casos aislados”; recibe desde ayer el tratamiento de “pandemia”, en boca del legislador verdeflex René Caza.

Un paso más allá. Los bloques de oposición han iniciado contactos, pudo conocer EXPRESO, para conformar una delegación multipartidista que se traslade hasta Nueva York para presionar a la publicación de los ecuatorianos que recibieron dinero en efectivo por parte de Odebrecht. Esos nombres ya han sido prometidos a representantes del Gobierno ecuatoriano, según declaró el embajador del país en Washington, Francisco Borja, tras una reunión con representantes estadounidenses.

Es la pugna que se avecina: una competencia de velocidad para ponerle nombre y apellido a los corruptos, en la recta final del correísmo.

Glas cambia su agenda pública

Por unas horas, desapareció. El vicepresidente Jorge Glas, a quien la oposición apunta en el caso Odebrecht, había anunciado una agenda pública en Los Ríos que incluía la inauguración de una ciudadela y un almuerzo con jóvenes; actividades que suspendió sin explicación a la prensa. Por la tarde, sin estar previsto, se dejó ver en Guayaquil acompañando al candidato Lenín Moreno. No habló sobre el caso.

Alvarado, sin palabras

El ministro de Turismo, Fernando Alvarado, quien en 2012 ejercía como secretario de Comunicación y acusó a los medios independientes de publicar información sobre los contratos de Odebrecht para “afectar su buena reputación” tenía como fin “ponerla contra las cuerdas y así obtener publicidad de ellas”. Ayer, convertido en tendencia por estas declaraciones, no comentó sobre el asunto.