La campana electoral

Ha empezado y se desarrolla de manera absolutamente atípica, no original, no. Con pequeños actos públicos, durante los cuales se han lanzado los binomios y se ha promocionado a los postulantes, casi ninguno de los cuales ha tenido una verdadera trascendencia en cuanto a la presencia popular.

Luego se han lanzado, especialmente por parte de alguno de ellos, los pronósticos electorales, con datos, la mayoría totalmente inflados para halagar a quienes los contratan, sobre los cuales basan sus declaraciones y sus afirmaciones respecto de la posición privilegiada en la preferencia popular.

Después han tenido frecuentes reuniones con pequeños grupos, a quienes han dicho lo que querían oír, y no se ha podido sacar en limpio si esos grupos irán con uno o con otro de los postulantes.

Y para acentuar la falta de autenticidad, otro grupo ha convocado a un concurso de oposición y mérito para candidatizar a su vicepresidenciable.

Casi todo lo demás ha ido por un rincón del camino, esperando los resultados favorables de las encuestas y basando en ellas la escasa promoción de sus postulaciones, toda gracias a la información de la prensa.

Sin embargo, hasta esta limitada actividad se verá paralizada con motivo de la Navidad y el Fin de Año, y entonces, la campaña empezará a partir del cuatro o más de enero, es decir que apenas tendrá propiamente una duración de un mes y medio, en el mejor de los casos.

Y en tiempo tan limitado, programando incluso un debate entre los ocho postulantes, casi no tendrán lugar para formular los programas que esta vez, como nunca, requieren de profundidad y de amplitud.

Y todo esto mientras el Gobierno habla día a día de su maravillosa conducción, aunque calla lo que debe airearse grandemente, que es la existencia de la red de organizaciones delictivas que se ha instalado en importantes espacios del poder público.

Y el presidente ha dicho una falsedad para la risa, afirmando que no habría robos si no existiesen paraísos fiscales, cuando la verdad es que no habría robos si no hubiesen ladrones en altas funciones públicas.

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