Camisetazos

Los camisetazos han golpeado durante varios años diversos sectores de la sociedad. Esta práctica vergonzosa consiste en que un individuo, mediante su actuación, favorece los intereses del bando contrario. Es decir, traiciona de manera descarada los principios e intereses de la agrupación o institución de la que forma parte, sin importar que las consecuencias de sus actos redunden en situaciones perjudiciales para esta.

Los bellacos o bellacas que han cometido este tipo de actos los encontramos en instancias deportivas, en representaciones nacionales y, con mayor frecuencia, en la Asamblea Nacional.

Los hechos más recientes los vivimos la semana pasada en una de sus sesiones, cuando a la hora de votar por la destitución de una asambleísta lograron lo que resulta químicamente imposible: se mezcló el agua con el aceite. Uno de los miembros de CREO, un partido que se supone es opuesto y crítico al gobierno pasado, mocionó que la destitución de la asambleísta correísta sea con mayoría calificada, es decir con 91 votos. Este asambleísta sabía perfectamente que de aprobarse esta moción la Asamblea no tendría en ese momento los votos necesarios para la destitución, con lo que lograría salvar la cabeza de la susodicha. Al final no logró su cometido, merced a los movimientos de cintura de otros asambleístas que contrarrestaron su pretensión.

Aquí no se trata de respetar el ejercicio democrático del poder, este hecho es a todas luces un acto descalificado que denota la falta de principios para mantener tan elevada designación. La culpa es de los partidos políticos que escogen a sus candidatos por los votos que pueden lograr, sin prestar atención a sus antecedentes, formación y comportamiento ante la sociedad.

Lastimosamente, son pocos los políticos de trayectoria, buenos principios y fieles a su ideología. Muchos de los novatos en estas lides miran por su propio interés, buscando el camino corto hacia algún beneficio personal.

El camiseteado debería terminar de patitas en la calle y fuera de la Asamblea por su falta de lealtad, principios y coherencia.