El 2019 pinta ser un año de retos para la economía ecuatoriana. No solo deberá sortear las condiciones fiscales, originadas por el anunciado ajuste de gastos, sino los factores externos que amenazan con desacelerar aún más el crecimiento económico y llevar al país a un posible estancamiento.

El precio del petróleo es uno de ellos. Las primeras señales de alerta, dice Félix Casares, director de Betametrica, empresa especializada en el análisis de datos estadísticos, empezaron ya a darse con una caída de precios que, por el momento, ha obligado al Gobierno a modificar el nivel de subsidios de combustibles. Una situación que, según proyecciones internacionales, podría llegar a empeorarse. “La Cepal para el 2019 anticipa que el valor del crudo bajará aproximadamente un 16 %. Eso quiere decir que el precio seguirá cayendo y ahí es cuando se puede complicar aún más la situación. Si el Estado deja de percibir ingresos, disminuye sus gastos de inversión y ahí es cuando se contraen los distintos sectores”.

El experto dice que también hay que observar con preocupación cómo el dólar sigue apreciándose y el debilitamiento del comercio internacional, que podrían llevar a agravar el déficit de la balanza comercial no petrolera que ha venido creciendo de forma galopante (a octubre este llegó a $ 4.195 millones, un 50,3 % más que el año pasado).

Se trata de fuentes de ingresos poco seguras y que podrían comprometer aún más el presupuesto del país, que para el 2019 prevé necesidades de financiamiento de $ 8.000 millones y, con ello el crecimiento del país.

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Ecuador tendrá un crecimiento económico por debajo del promedio de América Latina en este 2018 y el 2019. Pero los analistas creen que, si se analiza en conjunto lo que se viene, las cifras podrían llegar a ser incluso menor a lo proyectado. Y eso es lo que hay que evitar.

Influir en el precio del petróleo o el dólar, o evitar la baja dinámica que se prevé con un mayor ajuste de gastos fiscales, es imposible, dicen los expertos, pero en contrapartida el Gobierno debería estar pensando en políticas que ayuden amortiguar esos efectos: Y allí, reactivar el consumo es clave.

La baja de créditos que la banca ya ha anunciado habrá el próximo año, no contribuirá en esa dinámica. Tampoco el alza reciente de la gasolina. De ahí que Marco Flores, coordinador del Foro de Economía y Finanzas, propone una política de bajos impuestos para compensar a las familias. Apunta a reducir el Impuesto al Valor Agregado (IVA) que tiene un efecto inmediato en el consumo de la población total.

Otros analistas como Alberto Acosta B., editor de la revista Análisis Semanal, discrepan en el método, pues cree que la baja puntual de ese impuesto podría llevar a generar mayor consumo, pero por el lado de la importación de productos; un hecho que originaría una mayor salida de divisas y efectos contraproducentes para la economía. “No creo que lo ideal sea decir que hay que impulsar el consumo, porque para que la gente pueda consumir debe sacar la plata de algún lado”.

La ruta que propone, más bien está por la dinámica y la liquidez que pueda generarse a través de una mayor producción empresarial. Aunque se hable de un escenario comercial internacional también complicado, Acosta dice que hay que seguir apostando por el mercado externo. Pero para ello, insiste, en que se deben bajar los costos de producción para ser más competitivos.

Factores externos

Petróleo

El mal augurio internacional sobre los precios del crudo, llevó a Ecuador ajustar a la baja (de $ 58,29 a $ 50,05) los ingresos que por barril espera para el 2019.

Comercio

La volatilidad de los mercados financieros y la esperada desaceleración de EE. UU., China y países emergente, podrían ser el detonante para que el comercio internacional se afecte.

El dólar

Las continuas alzas de tasas en la economía estadounidense hacen prever una mayor apreciación del dólar. Esto no ayudaría a las exportaciones locales y elevaría el déficit no petrolero.