El autor estuvo presente en la Feria del Libro de Guayaquil.

El calvario de vivir con los recuerdos

El autor mexicano Julián Herbert aborda su escritura y la línea que divide la ficción de la realidad.

Para Julián Herbert, la escritura no es un instrumento de catarsis. Es, más bien, un látigo con el cual flagelarse; una bendición y una maldición.

El autor mexicano, que visitó Guayaquil durante la Feria Internacional del Libro de Guayaquil el mes pasado, es reconocido por los bordes difusos de sus cuentos y novelas, entre las que cuentan la más reciente, ‘Tráiganme la cabeza de Quentin Tarantino’ y su insuperable ‘Canción de tumba’, que recoge sus recuerdos y los últimos días de su madre.

En sus historias se cuela la violencia, el amor y personajes que se asemejan un poco al propio escritor, todas características que, explica, aparecen sin una excesiva planificación, sino como una consecuencia de retratar la realidad. “Esa tensión se va metiendo en la historia sin querer... de alguna manera aprendes a convivir con el horror y se refleja en lo que cuentas, aunque no quieras hacer una apología de la violencia”, explicó.

Con respecto a esto último, a su propia aparición en varias de sus historias, ríe. Habla de un desdoblamiento, de un Julián Herbert que es él y no lo es a la vez. “No sé si hago autoficción, pero sí tengo un dispositivo para narrar que se llama Julián Herbert. No es real, es un personaje con el que puedo jugar y romper esquemas cuando me siento confinado”.

Pero pese a esto, el autor acepta que, aún cuando disfruta de experimentar con técnica y estilo, e incluso con los géneros, hay cierta rigidez en su método. Esto, explica, se debe a que la escritura siempre la abordó como un oficio, ajeno a las musas y a las supuestas apariciones repentinas de la inspiración. “Yo iba a los talleres literarios como un aprendiz que va a aprender ebanistería, para entender el oficio y descubrir los trucos del maestro”.

Durante su estadía en la urbe, el escritor abordó la escritura desde la experimentación, desde las superposiciones entre ficción y realidad y discutió con varios de sus lectores su obra más conocida y premiada; ‘Canción de tumba’. Lo que sorprendió fue que, para Herbert, escribir esta obra nunca estuvo entre sus planes. Es por eso quizás, que golpea al lector, pues se trata de la historia de un niño y sus hermanos que siguen a su madre, una prostituta, de pueblo en pueblo, de momentos plagados de dolor, de mínimos minutos de alegría.

“No lo planee. Empecé a escribir una historia que estaba ahí. No quería voltear a ver lo que me resultaba muy doloroso en muchos sentidos, pero cuando empecé solo surgió. Cuando afrontas algo a través de la literatura se convierte en algo mucho más humano”, agregó.

Sin embargo, en esta nueva obra, que recoge varios relatos, el escritor se despegó del dolor para tocar la hilaridad y el humor. “A veces olvidamos que la risa también nos puede hacer pedazos, que nos puede marcar”, explicó.

Añadió que, además, los cuentos que son parte de este libro, toman mucho de lo latinoamericano y se entremezclan con las imágenes hollywoodenses norteamericanas.

Pero en los relatos, quizás uno de los aspectos más curiosos es la profundidad de los personajes que plasma.

Del futuro literario prefirió no hablar. “Habrá que esperar”, concluyó.