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La calle, el reflejo

La amabilidad y la consideración están ausentes en la inmensa masa de 500.000 vehículos que a diario circulan por Guayaquil. Tanto, que hay puntos en la ciudad en los que incorporarse en forma segura al tráfico, sin ser chocado, es casi una proeza. Unos lanzan el carro para cambiar de carril abusando de su gran tamaño. Otros, aprovechando el mínimo espacio disponible gracias a lo pequeños que son. Y las motos, zigzagueando, sin ningún remordimiento por pasar rozando carrocerías o algún espejo retrovisor. Filas enteras de autos y buses se incorporan arbitrariamente justo antes de una bifurcación, burlando a los que en forma ordenada hicieron columna. Los más listos circulan sobre la línea divisoria para pasarse al carril que avance más rápido. Los arriesgados rebasan por el carril contrario para adelantar a los que lentamente ruedan por la derecha, sin importarles que bloquearán a los carros que vengan en sentido opuesto. Y nunca falta el que viene atrás y acelera para no darnos paso cuando ponemos la direccional indicando nuestra intención de cambiarnos al otro lado.

Resulta difícil no sucumbir al mal humor en esa marea salvaje y no reaccionar agresivamente ante tanto atropello. Es un asunto estresante que amerita reflexión, pues cada día pasamos más tiempo al volante.

Impartir educación vial desde la escuela primaria no será suficiente. El problema va más allá. Tiene su origen en la viveza criolla, la cultura latina de astucia y trampa que antepone el beneficio propio al bien común, y que se ha exacerbado en nuestro país por los ejemplos que nos dieron durante diez años desde los más altos cargos de gobierno. Por eso tenemos que inculcar fuertemente en los niños valores como la integridad, el respeto a la ley y al otro, el logro a base del esfuerzo honesto, la cortesía; y que todo esto se refuerce en los colegios restableciendo materias como civismo y ética. Los ciudadanos debemos exigir -ya- esos cambios en la educación y a la vez trabajar individualmente en cada familia. Con el tiempo lograremos una transformación en la conducta colectiva. Y se reflejará en las calles.