La calidad de la obra publica

Un país pobre, y el Ecuador lo es pese a la abundancia de sus recursos naturales, no puede darse el lujo de realizar obra pública de pacotilla. Desgraciadamente, y salvo excepciones que confirman la regla, de esa condición ha sido una buena parte de la infraestructura construida durante la década infame.

Sin duda, un factor condicionante de esa trágica circunstancia ha sido la corrupción imperante en casi todas las contrataciones que determinó, cuando menos, sustanciales rebajas en los materiales adecuados a utilizar, y consecuentemente, ello redujo la calidad del producto final.

Así, resulta paradigmático de la obra mal realizada el proceso de repotenciación de la refinería de Esmeraldas. Respecto a ella, nadie duda de la existencia de un monumental sobreprecio, pero tampoco de que, pese a ello, no se observaron las especificaciones mínimas orientadas a garantizar un resultado en su funcionamiento, acorde con la magnitud de la inversión, las asesorías y los contratos anexos.

El asalto a los fondos públicos sospechado como enorme, estos días se evidencia, por la información oficial, como descomunal, y pese a que con lo gastado se pudo comprar una nueva refinería, la repotenciada se ha convertido en un peligro para quienes trabajan en ella y para los pobladores del vecindario.

Igual sucede, y en principio con razones similares para explicar el dispendio, con otras obras de las denominadas emblemáticas en el lenguaje propagandístico oficial, que sábado a sábado gustaba de ponderar el anterior mandatario, engañando a su auditorio, respecto a las bondades de los colegios del milenio, o las nuevas universidades como Yachay, en la provincia de Imbabura, o Ikiam en la Amazonía ecuatoriana.

Se ha conocido en los días que corren de la magnitud del despilfarro y es posible que también aparezcan actos que sumen nuevos motivos de vergüenza.

Por el estilo, un alto porcentaje de la obra pública, según lo señalado por el actual presidente, fue realizada sin la debida planificación, casi toda con sobreprecio y quizás bajo la circunstancia de los sobornos que sus ejecutores debieron entregar. Mucha está a medio construir y requerirá de una alta inversión para procurar terminarla debidamente.

Tiene en lo expuesto, toda una lección a no olvidar el gran pueblo ecuatoriano.