Cabala y consulta

Nuestro presidente se acogió al número cabalístico que recuerda los días de la semana y las maravillas del mundo antiguo. De esta suerte entregó a la ciudadanía, que esperaba el pronunciamiento que definiría los cambios del correísmo al morenismo, las siete preguntas que deberemos contestar, afirmando o negando, en la consulta popular que, de acuerdo a los cálculos del palacio, se llevará a cabo a comienzos del próximo año.

Esta escogencia, en que se debió sintetizar con propósitos de sincretismo todo un universo de propuestas interrogadoras que llegaron a Carondelet desde los más diversos sectores activos del país (algo más de tres mil), por supuesto que no ha complacido a todos, especialmente a aquellos cuyas sugerencias quedaron a un lado. Sobre todo a los periodistas, que pensaron que era la oportunidad de acabar con la Ley de Comunicación que califican reiteradamente de “mordaza” y, por ende, también la desaparición de la Supercom, que a partir de la vigencia de la ley ha reprendido y multado a la mayoría de los medios, más que nada cuando las críticas de los columnistas y de los entrevistados en reportajes iban contra el régimen imperante. También han dejado oír su insatisfacción los organismos de quienes “camellan” porque no se consideraron en la consulta a las leyes laborales que merman los intereses laborales, entre ellos el derecho a la huelga y que, además, rebajaron las utilidades que anualmente percibían los servidores de grandes empresas. También se han quejado quienes pidieron que se reduzcan las áreas de terrenos ricos en petróleo y minerales, que se explotan poniendo en peligro a las fuentes hídricas y a las comunidades indígenas.

Sin embargo, Lenín ha pedido paciencia, ya que ha prometido que esta no será la única convocatoria para que el pueblo se exprese en las urnas, con intención vinculante. Ha dicho que otras consultas se llevarán a cabo durante su periodo presidencial y es posible, por ello, que con la política del “diálogo abierto” importantes preocupaciones populares y clasistas se tomen en cuenta para los cambios imprescindibles que tendrán que llevarse a cabo. Advirtiendo que no se impondrán los intereses políticos sino los sociales solamente. Eso esperamos.