Buscando plata

Luego del sonoro despilfarro realizado, el régimen que se va, y sus fieles escuderos, buscan desesperadamente recursos que cubran sus necesidades y las del gobierno que viene.

Por de pronto, como no guardaron aceite para mayo, aceptan créditos en las condiciones que quien los propone plantea, cualquiera sea el lugar del planeta de donde provengan las nada generosas ofertas.

Claro que nosotros también somos generosos: las tasas de interés que ofrecemos pagar por nuestros acreditados papeles están entre las mejores del mundo conocido.

Grande es la necesidad, voluminosa además: para lo que falta del año se requiere financiar entre 11.600 y 12.500 millones de dólares. La primera es la cifra admitida por el Ministerio de Finanzas. La otra es la calculada por uno de nuestros prestamistas más conspicuos. Dejando de lado China, por supuesto, con la que precisamente se está negociando una nueva preventa por un valor de 400 millones de dólares. Otros recursos podrían provenir de nuevas emisiones de bonos, igualmente con tasas de interés cercanas o superiores al 10 % y a plazos relativamente cortos. ¡Pobre de los nuevos gobiernos, incluido el que comienza en mayo! Petróleo prevendido. Mercado saturado de bonos ecuatorianos a corto plazo y con altos premios.

En cuanto a conseguir los requerimientos dentro del país, casi no quedan opciones. El Banco Central ya ha “prestado” 1.500 millones, y no está claro el origen de esos recursos. Nadie sabe con certeza cuánto se le debe a los proveedores internos. ¿Será que al final tendrá que optarse por solicitar dinero a los repudiados organismos multilaterales? Puede ser. Es más barato y con mayores plazos, y sin comprometer un petróleo que ya está prevendido.

En todo caso, entendiendo el tamaño de las dificultades, que hacen obligatorio un esfuerzo de unidad nacional para enfrentarlas, cabe recomendar que ya dejen en paz los fondos de las instituciones de seguridad social, a las que han sometido a inversiones obligatorias. No sea que luego se les ocurra cancelarlas con dinero electrónico. ¿Los pobres jubilados cobrando electrónicamente? ¡No!