
Buenos Aires y Montevideo le aclaman
E l 58 J J partió a Buenos Aires, actuó en la televisión con éxito antes no visto. Se paraba frente a las cámaras sin movimiento alguno, cantaba y el público deliraba de entusiasmo. Era un fenómeno de masas pocas veces visto. Le llovían los contratos, fue el principio de su mejor época, filmó con Antonio Prieto la película ‘Mala Mujer’. Cobró notoriedad con el tango ‘Te odio y te quiero’ que interpretó en ritmo de bolero, contrajo matrimonio con la artista argentina Gloria Reich, grabó la canción ‘Jornalero’ con el acompañamiento del bandoneón del maestro Astor Piazzola y el empresario Aldo Legui le hizo grabar un disco propiedad exclusiva de la persona que lo había contratado. En Buenos Aires cantó varios tangos y es fama que no le salieron mal.
Entonces siguió a Montevideo y fue la apoteosis. Recibido por delirantes fans se presentó en el Palacio de los Deportes ante dieciséis mil personas y fue notorio que se quedaron otras dieciséis mil afuera sin poder entrar, pues sus discos grabados en la Argentina le habían ganado una enorme fama y popularidad. En Paisandú, cantando el bolero ‘Nuestro Juramento’, del compositor boricua Benito de Jesús (1) el público le lanzó monedas y billetes, costumbre uruguaya que le asombró pues nunca le había sucedido nada igual. Ya era conocido como ‘Míster Juramento’, apodo que no le disgustaba pues era muy jovial y sencillo y todo lo aceptaba cuando venía de sus admiradoras.
NUESTRO JURAMENTO.- Bolero.- // No puedo verte triste, porque me mata / tu carita de pena, mi dulce amor, / me duele tanto el llanto que tu derramas / que se llena de angustia mi corazón. // Yo sufro lo indecible, si tu entristeces, / no quiero que la duda te haga llorar, / hemos jurado amarnos hasta la muerte / y si los muertos aman después de muertos / amarnos más. // Si yo muero primero, es tu promesa / sobre de mi cadáver dejar caer / todo el llanto que brote de tu tristeza / y que todos se enteren de tu querer. // Si tu mueres primero, yo te prometo / escribiré la historia de nuestro amor / con toda el alma llena de sentimiento / la escribiré con sangre / con tinta sangre del corazón. //
Su repertorio se había incrementado con canciones que hablan de la viejecita lavando ropa ajena, la hija o hermana burlada, el esquinazo del mal amigo, los abusos del patrón, la traición de la mujer, el abandono de la amante, los golpes bajos de la suerte, los desengaños de la vida, temas comunes para los seres humildes. Las historias tienen como fondo la casa de inquilinos, la celda de una prisión y las calles bravas de las áreas empobrecidas que incuban diariamente millones de dramas similares, lo cual explica el fenómeno de veneración popular que despiertan artistas como J J.
Después de un mes siguió a Bolivia, fue atendido por el embajador Abel Romeo Castillo en su casa, quien le organizó en La Paz una recepción con asistencia del Cuerpo Diplomático; pero a la semana se regresó al Ecuador porque, según dijo, el clima demasiado frío y seco le perjudicaba la voz.
En esos primeros tiempos era llamado a cantar a todos los países de la América Latina excepto en Cuba, donde no existen dólares para pagar artistas extranjeros dada la miseria que se vive en la isla, pero donde radicó más tiempo fue en Venezuela, allí fue propietario del sello discográfico “J.J. Radio Mundial de Caracas” que pasaba una hora diaria sus canciones.
El 59 debutó en la televisión guayaquileña con un programa especial junto a Blanquita Amaro, luego trabajó en la película ‘Mala Mujer’ con Antonio Santos.
A principio de los sesenta fue invitado a Medellín por el empresario discográfico Hernán Restrepo Duque y grabó en el Centro Artístico Musical Cooperativo y en Sonolux con el acompañamiento de Ángel Lavid, quien ha manifestado que Julio no era cantante de escenarios porque el público le ponía muy nervioso y debía que emborracharse para salir a cantar “prendido”, que más bien era cantante de cabina. También lo recuerda por bromista, pues durante una fiesta una dama le pilló con Olimpo Cárdenas encerrados en el baño midiéndose los sexos para ver quién lo tenía más grande. ¡No eran la gran cosa! Los tenían normales, según opinión de Restrepo Duque.