Mas que buenas intenciones

Antes de empezar la Tercera Conferencia de la ONU sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible, Joan Clos, exalcalde de Barcelona y director ejecutivo de ONU Hábitat, confesaba que era poco lo que se había podido concretar de las buenas intenciones surgidas de la cumbre de Estambul de 1996.

Hace poco finalizó la nueva conferencia, con la suscripción de la Declaración de Quito sobre ciudades y asentamientos humanos sostenibles para todos, que incluye 175 puntos sobre política urbana, los cuales se sintetizan en ocho grandes acuerdos:

1. Proporcionar servicios básicos para todos los ciudadanos, que incluyen el acceso a la vivienda, agua potable y saneamiento, alimentos nutritivos, salud y planificación familiar, educación y cultura, y acceso a tecnologías de comunicación.

2. Garantizar igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos y que haya ciudades libres de discriminación.

3. Promover medidas en apoyo de ciudades más limpias y sin contaminación, mediante el uso de energías renovables y un transporte público ecológico.

4. Fortalecer la resiliencia de las ciudades con el fin de minimizar el impacto de los desastres.

5. Tomar medidas para enfrentar el cambio climático.

6. Respetar los derechos de los refugiados, los migrantes y los desplazados internos.

7. Mejorar la conectividad, con iniciativas innovadoras y ecológicas, mediante acuerdos con la empresa y la sociedad civil.

8. Promover espacios públicos seguros, accesibles y ecológicos.

¿Qué debemos esperar sobre este conjunto de buenas intenciones? Al parecer no mucho, si es que desde los organismos rectores de las políticas urbanas no se desarrollan acciones específicas que hagan que estos grandes enunciados se concreten. Jordi Borja, uno de los teóricos más escépticos sobre la conferencia, la considera una farsa, ya que no se habrían definido los mecanismos causales de los problemas ni tampoco sus responsables, así como quién o quiénes deberían asumir los compromisos adquiridos. ¿Serán más que buenas intenciones? o ¿será, como dice el refrán, que “de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”?

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