Un brexit sin acuerdo se ha vuelto mas factible

Después del anuncio de renuncia de la primera ministra británica Theresa May, algunos de los candidatos para sucederla han manifestado su deseo de un “brexit sin acuerdo”. En respuesta, los líderes europeos están redoblando los preparativos para una ruptura total con el Reino Unido, los analistas financieros revisando sus pronósticos y la libra esterlina colapsa. Los temores sobre un brexit sin acuerdo son entendibles. Un desenlace de esa naturaleza eliminaría el período de transición de 18 meses que ambas partes consideraban esencial para un reacomodamiento ordenado de la relación del RU con la Unión Europea e implicaría una interrupción repentina del comercio de RU con su principal socio comercial y del de la UE con su segundo socio más importante. Existen tres posibilidades. RU podría abandonar la UE el 31 de octubre sin ningún acuerdo, porque el Parlamento no vota ni por el acuerdo de retiro de May ni por una extensión del plazo límite; o RU pide una extensión, pero la UE se niega a otorgarla; o finalmente, el Parlamento podría pedir una extensión, pero el sucesor de May se niega a presentar este pedido ante la UE. La primera posibilidad fue la principal preocupación antes del plazo límite original para el brexit del 29 de marzo. Resultó una falsa alarma, porque una clara mayoría de los miembros del Parlamento demostraron que estaban dispuestos a declarar ilegal un brexit sin acuerdo, y May cedió ante su voluntad. Como la composición del Parlamento no se modificará el 31 de octubre, es inconcebible que deliberadamente permita que se produzca un brexit sin acuerdo. El segundo escenario es igualmente improbable. Aunque el presidente francés, Emmanuel Macron, pueda denunciar una nueva extensión, sus socios europeos tendrán aún menos motivos de los que tenían en abril para complacerlo y correr el riesgo de la devastación económica que generaría un divorcio sin acuerdo. Ya pasaron las elecciones del Parlamento Europeo, ha sido designada la nueva Comisión Europea, las economías alemana e italiana están atravesando dificultades y las contribuciones al presupuesto del RU son más importantes que nunca, así que el análisis de los costos y beneficios de otra extensión sería más favorable de lo que fue la última vez. El tercer riesgo: una vez que May se haya ido y Boris Johnson u otro ferviente eurófobo casi con certeza la suceda, ¿el primer ministro podría encontrar una manera de eludir al Parlamento e imponer unilateralmente un brexit sin acuerdo? Un defensor verdaderamente decidido del brexit tendría dos maneras de lograrlo: accionar una elección general y ganar una mayoría parlamentaria directa, o intentar bloquear los esfuerzos parlamentarios por imponer una extensión del plazo límite del brexit. Al analizar más de cerca, estas opciones también son sumamente improbables. Que un nuevo líder conservador -especialmente uno tan ambicioso como Johnson- pusiera en peligro su objetivo de toda la vida y corriera el riesgo de convertirse en el primer ministro que menos tiempo estuvo en el cargo en la historia al convocar a una elección antes del 31 de octubre es impensable. Un principio precautorio similar bloqueará la última ruta posible hacia un resultado sin acuerdo: un nuevo primer ministro que de alguna manera decida eludir o impugnar al Parlamento. Además, la oposición puede llamar a un voto de no confianza en cualquier momento. Si creen que el RU se está convirtiendo en Zimbabue o Venezuela, deberían esperar un brexit sin acuerdo. De lo contrario, olvídense, no sucederá.