Borrar el mestizaje

El mestizaje es parte de la realidad histórica, étnica y sociocultural del país. No se puede ignorar y silenciar lo que a lo largo del tiempo se creó y tejió como mezclas, fusiones, incorporaciones nuevas, aculturaciones, voluntarias e inducidas, de formaciones modernas y posmodernas, etc. Todo esto es parte de la urdimbre y atmósfera social del país.

Por eso pretender desvalorizar, bloquear y silenciar lo que el mestizaje ha inscrito y escrito en la historia cultural y étnica del país, de la región litoral y de la ciudad no es lo más adecuado, pertinente, ni acertado. Hoy resulta insólito que a pretexto de modas ideológicas se ponga en la sombra, desvalorice y se reniegue de lo que el proceso de mestizaje ha hecho y sigue haciendo en las relaciones pluriculturales y mutiétnicas del Ecuador.

Sin embargo, este parece ser el objetivo, pretensión y proyecto del neoindigenismo, que el andinocentrismo indígena impulsa, apalancado en antropólogos, sociólogos e ideólogos. Así y a través de una ofensiva ideológica buscan bloquear, negar, poner en tela de duda lo que en la historia de las relaciones interétnicas y culturales de las regiones se ha dado.

Cuánto de verdad, validez y certeza hay en este programa, solo los ideólogos lo saben. Especialmente porque buscan negar y renegar la historia del mestizaje y las prácticas interculturales (con sus falencias y aciertos). Para ellos el encuentro histórico español-indígena y la afluencia negra y otras etnicidades no han hecho nada. No se han dado nuevas relaciones, vínculos y mezclas. Dogmáticamente creen en un esencialismo sociocultural y étnico que no existe en ninguna sociedad del mundo.

Hoy las evidencias de pluralidad sociocultural y étnica no les importan. Tienen “su verdad”. La quieren imponer a toda costa y a cualquier precio. No vacilan en utilizar todos los recursos del poder y el poder de los recursos para realizar un lavado de cerebro étnico y recuperación esencialista, que dejan ver un etnocidio sobre la otredad y el rico mestizaje, buscando “revivir” ese paraíso soñado, especie de reino idílico del pasado aborigen.

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