La bomba sobre Hiroshima

La muerte no cayó del cielo sobre Hiroshima, como ha afirmado el presidente Obama, sino de un avión estadounidense. Fue un enorme crimen de guerra emplear la bomba atómica sembrando 140.000 muertos y muchas más víctimas civiles, en vez de echarla en un lugar el que, manifestando su poder letal, y su consiguiente efecto disuasorio, habría evitado esa catástrofe. La paz auténtica no puede venir sino de la verdad, del reconocer que fue una venganza sin escrúpulos, un responder a una barbarie con otra aún mayor. Como otros países, y en eso más, EE. UU. está todavía muy lejos de asumir sus auténticas responsabilidades.

M. Llopis Piferrer

Barcelona, España