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La era Bolsonaro

El triunfo del ultraderechista Jair Bolsonaro en la elección presidencial de Brasil consagró el holgado avance de la derecha en el país más grande de América del Sur, sumándose a los otros países del Grupo de Lima, y ganándose el beneplácito de las dos más grandes potencias del mundo: EE.UU. y China, habiéndole expresado esta última su deseo de trabajar con Brasil “para preservar y desarrollar la alianza estratégica global”, lo que podría estar aludiendo al tratado de los Brics, concluido hace varios años con Rusia, India, China y la Unión Sudafricana.

Bolsonaro, excapitán del ejército, homofóbico y machista, ni siquiera hizo campaña social directa, tal vez por la puñalada en el estómago que le infirió un opositor y que lo obligó a guardar cama y a no presentarse después sino a través de redes sociales. En su programa de gobierno prometió acabar con las bandas de delincuentes, flexibilizar las leyes de tenencia de armas para mayor acceso de la ciudadanía, derogar los derechos de los homosexuales, detener cualquier reforma de las leyes de aborto, y privatizar gran parte de las empresas estatales, lo que ha empezado a cumplir, por lo que habrá que simplemente esperar el real ejercicio administrativo del presidente electo. ¿Pero por qué en el balotaje con Fernando Haddad, candidato del Partido de los Trabajadores, hombre culto y carismático, más joven, profesor universitario, exalcalde de Sao Paulo con una muy buena gestión administrativa, el voto popular favoreció a Bolsonaro? Una de las razones podría estar en haber sus partidarios enturbiado su campaña presidencial, a fuer de progresista, con ciertas aspiraciones polémicas de los GLTB, como sus eslóganes por total igualdad de género de las parejas homosexuales, o la libre voluntad del aborto como derecho de las mujeres que reclaman los grupos feministas, aspiraciones jurídico-sociales que aún no comparte la mayoría del pueblo, y que no debían mezclarse con los programas o actos de gobierno o de ejecución administrativa propia de los mandatarios o funcionarios electos por voto popular, simplemente porque ellos “no legislan”; eso es atributo de la función Legislativa.

La derecha es un viejo zorro político, cauteloso y atento, que no cae en esos errores. No debemos olvidarlo.