Los Bolsonaro

El 29 de octubre pasado Jair Bolsonaro ganó las elecciones de su país de manera contundente con el 55 % de los votos válidos. Bolsonaro había edificado su campaña en propuestas de corte liberal: apertura comercial y reducción arancelaria, privatización de activos estatales ineficientes, disciplina fiscal, incremento de la inversión en ciencia y tecnología, reforma educativa ajustándola a modelos como el de Corea del Sur, reforma laboral buscando la flexibilidad, reducción de subsidios, reducción del tamaño del Estado, entre otras. Sin embargo, aquellas propuestas por sí mismas no son de las que levantan pasiones en los votantes, y con la misma sensibilidad para interpretar el sentir popular que tuvieron otros líderes populistas en su momento, condimentó su propuesta económica con otras, como por ejemplo, la posibilidad de que un policía no sea imputable por la muerte de un ciudadano (quizá delincuente) en un operativo, o el combate al marxismo en todas sus formas.

El lenguaje represivo fue más allá, despreciando a las minorías sexuales y a otros colectivos de pensamiento diferente. Construir rápidamente lo propuesto sin buscar un ambiente razonable de conciliación en un país donde la izquierda se radicalizó, al igual que la derecha, le exigirá copar los demás poderes del Estado o impedir cualquier forma de discrepancia o disidencia. Imaginen un gobierno que se tome la Legislatura, controle las cortes de Justicia, controle el poder Electoral, defina lo que es perfecto en educación, proscriba cualquier forma de pensamiento político diferente, y por último, advierta que no se le opongan porque la fuerza pública tiene licencia para matar. ¿Le suena familiar? Por muy alineado que se esté con el pensamiento económico; por mucha ira que genere la delincuencia y la violencia en las calles, muchas personas no meditan que la destrucción de la institucionalidad simplemente allana el camino para que cuando el péndulo regrese, se instituya la impunidad. A todos los ‘fans’ del autoritarismo les gusta la camioneta repleta de muertos, hasta que en ella está un hijo muerto, “por error”.