25 boleterías están abiertas, pero solo una vende pasajes.

Solo una boleteria vende pasajes en la Terminal Terrestre

Al menos un centenar de personas están a la espera de que las cooperativas habiliten sus servicios.

Dos camiones y dos buses de la Marina ocupan los andenes de los buses urbanos en la Terminal Terrestre de Guayaquil. Los vehículos van y vienen hasta el sur de la ciudad y al vecinos cantón Durán llevando pasajeros sin cobrarles.

Cinco militares llaman a las personas a ocupar los asientos de los carros. Esta labor de servicio urbano de los uniformados ayuda a quienes no tienen dinero para movilizarse en un taxi o no hallan ninguno por la escasez de estos. Es que son pocos los taxistas que, ante los disturbios y el estado de excepción —que se mantendrá por 59 días más—, ha decidido salir a trabajar.

La terminal terrestre de la ciudad tiene movimiento, pero uno peculiar. De las cinco puertas de ingreso por donde llegan los viajeros, visitantes y trabajadores de ese lugar, solo dos están habilitadas. En cada una un guardia de seguridad bloquea el paso.

“Si van a comprar a las tiendas o hacer algún trámite se los deja pasar pero si van con la intención de comprar un boleto no”, cuenta a Expreso, uno de ellos.

Dentro, el 90% de los locales atiende con normalidad, como el patio de comidas, agencias bancarias, supermercados y tiendas de ropa. Hay visitantes en cada una de ellas.

Sin embargo en el aérea de las boleterias, de las 92 qué hay, 25 están abiertas pero solo una vende pasajes. La Civa que va a Perú, vende tíquets para las 21:00, como de costumbre. El personal del resto de ventanillas asegura que solo abrieron por cumplir con su horario de trabajo, como se los exigió la Fundación Terminal Terrestre, pero que no saben para cuándo habrá vehículos disponibles.

“Todos se han sumado al paro”, cuenta Danilo Contreras de la cooperativa Baños. Ni los oficiales de buses, ni los trabajadores de las boleterías ni la Fundación Terminal Terrestre saben cuándo se retomará el servicio. “La última vez que le pregunté a mi jefe me dijo que posiblemente los viajes se retomen el lunes”, rumora Contreras.

A la espera de viajes, al menos 100 personas aguardan con sus bolsos y maletas, cercas de las boleterías y en las salas de espera. Entre ellos está Susuna Díaz de 67 años, oriunda de Quito, quien cuenta que se quedó atrapada en esa estación.

“Llegué ayer a las 12:00 pero no salí de aquí, tenía que ir al doctor pero mi cita se suspendió. He dormido en el segundo piso junto a un grupo de personas, estoy cansada y me siento más enferma que cuando llegué”, narra con una voz temblorosa mientras sostiene su abrigo su bolso y cuenta algunos billetes.

Ella, como otros pasajeros estaban preocupados por un rumor que se había dispersado en la mañana de un posible desalojo de los viajeros del edificio.

Sindy Espinoza, directora de Comunicaciones de la Fundación Terminal, desmintió a Expreso el posible desalojo. “ Lo que hemos hecho es pedirles a los viajeros que se concentren en las salas de espera para estar más seguros. Ayer personas sospechosas merodeaban la terminal. Hicimos detener a uno”, explica.

Susana quien llegó a la cuidad para el control de su tratamiento en sus piernas, ahora más hinchadas, dice que empieza a arrepentirse por no haber pagado ayer a un hombre los $60 que le pedía para regresarla a Quito. “Me pareció exagerado, porque solo pago $12 cada vez que viajo pero ahora ya nadie más va para allá ”, se lamenta mientras se sienta a continuar con la espera.

Los taxistas amarillos e informales han aprovechado la oportunidad y caminan en el interior de la terminal ofreciendo su servicio a los varados pasajeros. La mayoría van a los cantones del Guayas y la tarifa la extienden más del doble. Algunas personas en su desesperación pagan. Es el caso de Ivana Andrade quien pagó $25 para ir a Bahía de Caraquez en Manabí, cuando generalmente paga solo $8.