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El bloque de amigos

El respeto a la soberanía nacional y la no injerencia fue un argumento esgrimido con frecuencia en la década de gobiernos correístas para descalificar las críticas de países u organismos internacionales sobre decisiones, actuaciones o instituciones ejecutivas en el país. El miércoles, el gabinete que preside Moreno tuvo que recurrir a él para hacer frente a los exabruptos desde la presidencia de dos países considerados amigos tras la decisión de una juez sobre Rafael Correa.

Los teóricamente aliados bolivarianos no pueden reprocharle a Lenín Moreno afán de protagonismo sobre lo que sucede en otros países de la región. Ecuador ha sido cauteloso, cuidadoso y a veces hasta timorato cuando se le pidió un pronunciamiento oficial sobre lo que sucede en Venezuela o Nicaragua, países protagonistas por el deterioro democrático y económico que viven y que afectan a nuestro país, por ejemplo en el caso de la llegada masiva de venezolanos. La reciprocidad es lo mínimo que exigen en estos casos las normas elementales de la diplomacia.

Pero las declaraciones de Nicolás Maduro y Evo Morales en defensa de su amigo Correa han propiciado, como no podía ser de otra manera, la protesta formal desde la Cancillería y la llamada a consultas a los embajadores en ambos países. Las cosas claras y cada uno en su sitio. Es curioso como el nombre de Rafael Correa, uno de los más firmes defensores de la alianza bolivariana, parece que será el detonante del alejamiento entre socios de la última década.

El movimiento diplomático ecuatoriano es la constatación de que la política exterior va a cambiar. El primer paso fue el nombramiento de José Valencia en lugar de María Fernanda Espinosa al frente de la Cancillería. América Latina vive un momento de diversificación civil y política que ha dejado atrás la posibilidad de cualquier consenso ideológico de izquierda o derecha. La subordinación ideológica a Caracas o La Habana comienza a quedar atrás ante la visión pragmática de un presidente que prefiere tender la mano a los países con los que se mantienen mayores relaciones comerciales.

Ayer Moreno anunció que reclamará el edificio de la Unasur, antes de ayer dejó las cosas diáfanas a dos de los representantes más cualificados del bloque bolivariano. La gobernabilidad y la institucionalidad son condiciones a las que aspiran todos los Gobiernos del área, aunque unos con mayor respeto a las normas democráticas que otros. Y en América Latina no hay gobernabilidad plenamente asegurada, dados los altos índices de pobreza, desigualdad y violencia. El camino está abierto.