Benedicto XVI y la politica

Con humildad recibí la llamada del padre Douglas Bohórquez para hacer la presentación del libro de su autoría en la librería Vida Nueva, libro que cuenta con el aval de la Conferencia Episcopal y que resumía el pensamiento político del papa Benedicto XVI.

Al leerlo me encontré con una hoja de ruta hacia el bien común. Lo único que no me agradó de su lectura es que me hizo reconocer que no vivimos en democracia en el Ecuador de hoy.

En la autorización que da la Conferencia Episcopal a la publicación, monseñor René Coba menciona la necesidad de principios morales que sostengan la democracia y la aportación del cristianismo a ella. Allí la riqueza del trabajo del padre Douglas.

Con una excelente distribución, podemos encontrar en solo cuatro capítulos el pensamiento ordenado, que va desde a qué llamamos democracia, hasta su situación de crisis actual. La propuesta de las enseñanzas del papa Benedicto sobre el papel de las religiones para la convivencia democrática es clara.

Nos raya la cancha tanto a los ciudadanos como a la clase política. Nos cuenta la historia de la doctrina social de la Iglesia desde la Revolución francesa hasta hoy, con sus periodos de defensa, de aceptación y de desafío. Pareciera que su pensamiento político nos impulsara a la reconstrucción de lo social a partir de la razón y la caridad, centrando nuestro accionar en la búsqueda de la verdad hacia el bien común.

Nos alerta acerca de que la crisis actual tiene dos orígenes: el relativismo y la lógica de las mayorías. Cuando ello predomina, “las opciones políticas dejan de ser regidas por principios y los valores quedan oscurecidos por meros procedimientos; las categorías del bien y del mal ceden al cálculo pragmático de la ventaja y la desventaja y la laicidad se extiende en términos de rechazo de la importancia del hecho religioso”. Otra característica de la cultura actual -se dice en el libro- es que Dios queda excluido de la vida pública, así como la fe en Él; por ello parece que todo sería obra del hombre y no del Creador.

Quienes luchamos día a día por un Ecuador mejor, no debemos dejar de leer este libro y sobre todo poner manos a la obra.