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Bella Jiménez ante el Comité de Ética, 28 sep. 21
Defensa. Jiménez calló y dejó hablar a su abogada. Luego salió de la sala para asistir a una sesión del CAL.Ángelo Chamba/Expreso

A Bella Jiménez se le acabó el tiempo

Instantáneas legislativas. La vicepresidenta segunda de la Asamblea Nacional afina sus coartadas. La investigación en su contra empezó por fin en el Comité de Ética

1. De coartadas y recursos dilatorios

Bella Jiménez va puliendo poco a poco su coartada. A la vicepresidenta segunda de la Asamblea Nacional la acusan de gestión de cargos públicos, entre otros, en el caso del ciudadano Pablo Luna. El pasado 22 de mayo, Jiménez había iniciado el papeleo para contratar a Luna como asesor de nivel 2 en su despacho. El trámite no se completó por falta de una firma pero, por esas fechas, Luna transfirió tres mil dólares a la cuenta del hijo de ella, Jorge Simón Peláez. La vicepresidenta lleva semanas en este lío y recién ahora se le ocurre una explicación: “Pablo Luna es mi amigo y mi hermano espiritual. Y mi hijo le pidió prestado un dinero pero son cuestiones de ellos dos”.

Jiménez despacha estas palabras cuando faltan minutos para que arranque la reunión del Comité de Ética que investiga su caso y en la que no dirá esta boca es mía. Porque ella, vicepresidenta y todo, prefiere que la represente una abogada, Andrea Sánchez, especialista en volar puentes: su trabajo, desde el primer día, ha consistido en obstaculizar el proceso, interponer recusaciones, apelaciones, recursos dilatorios en nombre del derecho a ser juzgado por un tribunal imparcial. Cómo estarán de confusas las cosas en la Asamblea que precisaron varios días de deliberaciones para establecer, previa consulta con el coordinador jurídico, que aquí nadie está juzgando a nadie: este es un trámite de sustanciación y el Pleno dirá.

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2.Persecución para todos, pide jiménez

“¿Por qué no hacen esta persecución al señor Fernando Villavicencio? ¿Por qué no le hacen esta persecución a los otros asambleístas?”. Bella Jiménez hace bien en callar: salvo compararse con los otros no tiene nada que decir a su favor. Así fue cuando el Pleno trató la propuesta (proveniente de su antiguo partido político, la Izquierda Democráctia) de pedirle su renuncia a la vicepresidencia. “¿Por qué no le piden lo mismo a Eckenner Recalde?, -se quejó-, ¿por qué no le piden a Rocío Guanoluisa?”. Ambos asambleístas se encuentran también involucrados en denuncias de gestión de cargos públicos. Pero ninguno de ellos es vicepresidente. Probablemente sea por eso.

3. Aferrada al cargo porque Dios lo quiere

Movilizados están los “hermanos espirituales” de Bella Jiménez en las redes sociales. Mientras ella, haciendo oídos sordos al clamor del Pleno, se aferra a la vicepresidencia y se larga de “trabajo en territorio” a la Amazonía, que en su caso consiste en fotografiarse luciendo una corona de plumas en algún lugar de la Amazonía, sus correligionarios en Guayaquil graban videos de respaldo: “Acepté dar mi apoyo”, dice uno, porque “en estos problemas políticos corruptos que hay en la actualidad a usted no le han encontrado ninguna prueba”. “Usted como guerrera se va a mantener -declara otro- porque Dios la puso ahí y si se meten con Dios van a tener muchos problemas”.

4. Cabrera no se hizo cargo ni de sus tuits

En la sala de los presidentes, donde tienen lugar las sesiones del Comité de Ética, la abogada Andrea Sánchez habla a nombres de Bella Jiménez. Y desde su oficina, en el segundo piso de la sede legislativa, Bella Jiménez participa en la reunión del Consejo de Administración Legislativa. Al final del día resultará que la vicepresidenta asistió a dos reuniones al mismo tiempo.

Entre los llamados a rendir su testimonio se presenta el ministro de Transporte y Obras Públicas, Marcelo Cabrera, a quien supuestamente la vicepresidenta de la Asamblea solicitó un cargo para alguno de sus protegidos. Que se reunió con ella, en efecto, dice el funcionario, y luego se queda veinte minutos dando vueltas sobre una misma baldosa sin decidirse a afirmar ni negar nada. ¿Le pidió Bella Jiménez gestionar un cargo y él se negó? Ni afirma ni niega. ¿No le pidió nada? Ni afirma ni niega. Nervioso, confundido, contradictorio, incapaz hasta de hacerse cargo de sus propios tuits, Cabrera levantó una cortina de humo que dejó sorprendidos a todos los miembros del Comité.

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5. El hombre que ganó 800 y prestó 3 mil

Ya llega Jorge Simón Peláez, el hijo en quien Bella Jiménez tiene puestas sus esperanzas y depositada su coartada. Sí, confirma, Pablo Luna, el aspirante al cargo de asesor 2 de la vicepresidencia, “me prestó 3 mil dólar”. Así dijo: dólar. ¿Para qué? Para costear los estudios universitarios de ciencias políticas. ¿Llegó a pagar esa matrícula? No. La madre se enteró a tiempo y lo impidió: le obligó a devolver todo el dinero, cosa que hizo ventajosamente en efectivo.

Al cierre de esta edición, era el mismo Luna quien se encontraba rindiendo su testimonio ante el Comité de Ética. Difícil comunicarse con este personaje: no entiende, o finge no entender, la mitad de las preguntas. Las otras, no contesta. La mayor parte del tiempo, no le funciona el Internet. Cuando sí, nada le importa. Trata a los miembros del Comité con un desdén sólo comparable con el cinismo con que toma su comparecencia: está ahí para no colaborar. Por ejemplo, cuando Alejandro Jaramillo, el denunciante, quiere saber por qué escribió “pago”, en lugar de “préstamo” en el concepto de la transferencia de 3 mil dólares, se hace el loco. Lo cierto es que, para la fecha, Luna era desempleado: su último trabajo había sido para el Consejo Provincial de Guayas, donde ganaba 817 dólares.