Una banda de atracadores
En el pasado, una banda de atracadores con aparente autoridad entró en una casa privada y se llevaron hasta los cabezales de las duchas. Esto fue lo primero que pensé cuando el país se enteró de la “fuga” de información de toda, absolutamente, toda la población. La filtración de datos incluyó información hasta de difuntos, por eso la información supera el número de nacionales existentes.
La filtración no es solamente la revelación de un secreto, es que alguien lucraba con información que no le correspondía. Es información a la que el Estado tenía acceso por su calidad de estado y no tenía ninguna razón para estar en manos privadas. Un aparente robo. La empresa que tenía la información ofrecía entre sus servicios, ‘big data’, ‘lobbying’, base de datos financiera. El nivel de descaro es de Ripley. Escándalos como el de Cambridge Analytica en la manipulación de información para obtener resultados electorales se quedaría como bebé de cuna si este fuera un país con institucionalidad. ¿No fue suficiente llevarse los cientos de millones en corrupción? ¿No fue suficiente dejar al país con un hueco inmenso en las finanzas públicas? Cuántas obras públicas no están abandonadas hoy por falta de presupuesto; hospitales, colegios, etc. Pensar que les pudo dar vergüenza se vuelve una inocentada; también tenían que llevarse la información, así como los cabezales de las duchas.
En la era digital la vulnerabilidad es el lado oscuro de la fuerza. Todo el sistema está diseñado para ordeñar al usuario, en función de lo que el usuario entregue. Nada es gratis, las redes sociales proveen entretenimiento -entre otros supuestos valores- a cambio de toda la información individual que escogemos entregar; ese es el acuerdo, tu cuenta gratis/tus gustos gratis. Ese es el acuerdo de partes que aceptamos al involucrarnos en la ciberrealidad de ciertas plataformas, pero no es el caso en la vulneración absoluta de la privacidad del ciudadano de a pie que poco o nada puede hacer para que se respete el mínimo y máximo de sus derechos: su número de cédula. Reflexionemos. ¿Por qué nos gobernó tanto tiempo una banda de atracadores?