El bacan

¿Se imaginan lo aburrido que será -luego de ser el ídolo de las masas con el micrófono delante de la boca durante dos lustros- pasar a ser un don nadie? Caminar por las calles como un simple mortal, sin que te miren a ver ni te entrevisten para preguntarte desde lo que piensas de la corrupta prensa mercantilista hasta de la inmortalidad de los mortales cangrejos. No poder influir ya sobre el pensamiento de los demás, ni diseñar estrategias para desviarnos de lo que no se quiere que pensemos (como el proyecto Toachi-Pilatón, que parece ser la clave de algo), debe ser frustrante. Por eso no creo en los exilios voluntarios. Una década de adrenalina logra el efecto de hacerte adicto al poder.

¿En qué ocupas la mente después de semejantes niveles de refinada estrategia política? ¿En aburridas conferencias? Naaa... a la segunda sale uno corriendo y regresa donde las papas queman. ¿Pero cómo? Ahí es donde entra “el plan”. Dicen que la mentira más grande de la historia es “te juro que solo la puntita”. Me huele que por ahí va la cosa, pues se oye una mejor: “dejamos una economía en crecimiento”. “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”, diría el Goebbels. Tonces, la mentira significa “te dejo la casa en orden”. Si la embarras, la culpa es tuya. Y ahí sí, yo tengo que regresar a manejar la vaina, porque el bacán soy yo. Y como esto prueba que ustedes son unos ineptos, yo, el “genio de la economía”, debo quedarme para siempre. Ya no tengo el impedimento constitucional de no poder volverme a “postular”, como graciosamente se decidió llamar a la reelección indefinida. Es que todo luce diseñado para que le estalle en la cara al inexperto. Cuando la bomba reviente, solo hay que volver y repetir mil veces que no estamos en la m... sino que la economía crece y que somos felices. Así, si la pregunta es ¿lo dejamos ir?, la respuesta de un pueblo entucado pero agradecido será un rotundo “nooo”.

Thomas Carlyle dijo que democracia es la desgracia de no encontrar héroes que nos dirijan. Si el nuestro nos ha hecho ganar billetes una década, ¿para qué otro?