Fortaleza. La pesista ecuatoriana Liseth Ayoví entrenó la semana pasada en el Complejo Deportivo La California, Portoviejo, con miras al Panamericano Juvenil este mes en El Salvador y al Mundial de su categoría, en agosto.

Ayovi y una lucha diaria

Ayoví, de 18 años durante el tiempo de concentración previo a una competencia, pasa en la villa del lugar donde le toque hacer circuitos. Recientemente estuvo en el Complejo La California, de Portoviejo.

El pasado 11 de marzo, la pesista ecuatoriana Liseth Ayoví fue declarada oficialmente tricampeona mundial prejuvenil de levantamiento de pesas mientras entrenaba como un viernes cualquiera en el complejo La California, en Portoviejo.

La pesista kazaja Tatiana Kapustina, quien le quitó dos de los tres oros en el Mundial de Lima 2015, dio positivo de doping y sus marcas fueron borradas. De ahí que Ayoví, quien en su momento había sido plata, pasó inmediatamente a liderar todos los resultados y a ser proclamada monarca absoluta en la categoría + 69 kilogramos con marcas de 105 kilogramos en arranque, 134 en envión y 239 en total. Aún así, el nombramiento ni despeinó a la ecuatoriana.

Por más de dos semanas la pesista de 18 años, oriunda de Machala, provincia de El Oro, cambió su residencia para establecerse en Manabí y seguir entrenando con igual o más empeño que antes de la designación.

Mientras tiende la cama en su habitación de la concentración, Ayoví dice que le gusta levantarse temprano y acostarse tarde; es descomplicada y gusta poco de los quehaceres de casa.

Extraña los estudios. La voz se le quiebra cuando habla de ese tema. “Me gustaría retomar las clases después de terminar con el Panamericano y el Mundial para el que me estoy preparando, que serán este mes y en agosto. Dejé todo para entregarme al 100 %... Igual, los viajes son constantes y a veces es imposible”, dijo entre sollozos.

Amante del chaulafán, la machaleña reconoce sentir mucha nostalgia al encontrarse lejos de su familia; especialmente de sus sobrinos, a quienes extraña.

Entre recuerdos se le vino a la mente cuando tenía 10 años y empezó a jugar con pesas, sin imaginar que sería una campeona mundial. “Mi mamá, Vitangela Cabezas, siempre me regañaba cuando me veía jugar, no me gustaba hacer las cosas de la casa y nos amenazaba diciendo que si no barría y arreglaba mi cuarto, no me daría comer”, recordó Liseth muy risueña.

Lleva en su mente a su profesor de primaria de Machala, Joffre Bustamante, quien fue la persona que descubrió su talento como deportista y la entrenó sin pensar que ahora sería una campeona mundial.

Dice con orgullo que viene de una familia humilde y que no cambiaría ninguna medalla por eso. “Cuando salgo del país, siempre he querido llevar a mi madre o a mi hermana, pero tienen miedo a la altura”, aclara Ayoví. Por ahora el primer paso es el Panamericano de El Salvador. Su proyección es para los Olímpicos de Tokio 2020.