Asuncionistas
Luego de la misa por los 60 años del colegio de La Asunción, le dije a un amigo, ¿no sabía que tu esposa era asuncionista?, a lo cual él me respondió, ¡sí... por eso es que es tremenda!
Esa respuesta lo dice todo. Nos educaron en un colegio que irrumpió en la comodidad de la educación particular entre los 50 y 60, como un colegio disruptivo, que cambió muchos paradigmas y que marcó una nueva ruta de sensibilidad social y de educación en valores; construyó en las alumnas una nueva humanidad y una eterna hermandad. Los culpables fueron las madres de La Asunción, los sacerdotes que guiaron nuestro desarrollo espiritual y también los maestros tan bien elegidos, que formaron nuestra distinta forma de ser.
La Asunción se apareció bajo la marca mariana, por ello transitó desde una aparente exclusividad y fue madurando hasta convertirse, según algunos, en un colegio más bien socialista. Qué inteligentes que fueron aquellas monjitas, que analizando nuestra sociedad pudieron percatarse de que el encierro de la élite no podría producir buenas ciudadanas y por ello impulsaron la apertura a trabajos sociales, a ver las obras de monseñor Leonidas Proaño, la apertura a becarias con quienes compartíamos nuestro día a día, los encuentros que formaron una base sólida de ciudadanas diferentes.
Nuestra promoción fue la décima. Mis compañeras y yo no podíamos más que coincidir en que somos una amalgama de valores cristianos, con responsabilidad social y constructoras de una amistad que, a pesar de que han pasado varias décadas, sigue intacta.
Una lluvia de ideas de qué características nos identifican incluye: somos solidarias, sencillas, sabemos diferenciar entre el bien y el mal (aunque tomemos el camino equivocado a veces), somos muy cuestionadoras, críticas y audaces.
El logo es la Cruz de Cristo y la barca misionera siguiendo la Stella Maris. Estos símbolos aún guían nuestro camino, por eso debemos gratitud eterna a nuestros padres, que eligieron ese colegio para nuestra formación y que nos hace sentirnos orgullosas de ser asuncionistas, no por una, ni por dos, sino por mil razones.