Asumir nuestra responsabilidad

Pocos son los empresarios que admiten que el fracaso en sus actividades se debe a sus errores; la mayoría se los endosan a factores externos (influyentes pero no determinantes) o a los trabajadores, en lugar de asumir sus propias responsabilidades y consecuencias (Gálatas 6:5).

Igual es en las familias; cuando hay hijos con problemas, raros son los padres que aceptan que fracasaron en su crianza; la mayoría le echa la culpa a Dios, al mundo o a los gobiernos; se hacen las víctimas inocentes, cuando son ellos los únicos responsables (por sus erradas acciones y decisiones) de los descalabros familiares que se reflejan en la sociedad.

Miguel Ulloa Paredes