Cual es el asombro

La grabación que sale a la luz, que involucra a la presidenta de la Asamblea Nacional, nos recuerda el gran problema que evidencia el espionaje en la política ecuatoriana como mecanismo de chantaje. Recuerdo que el asunto de las escuchas telefónicas empezó en el gobierno de Lucio Gutiérrez; tal vez se originó antes, pero la discusión pública nació en ese entonces.

Hoy aparece montado en el deseo de deshacerse de lo que representa Elizabeth Cabezas. Pero, ¿qué representa políticamente ella?

Básicamente, para los correístas, una traidora. Cabezas ha sido jefa del despacho de Jorge Glas, condenado por corrupción, hasta el 2016. Apenas tres años atrás. También asesoró a Correa, fugado de la justicia, y a quien le coordinaba su agenda territorial. Hace un año asume la presidencia a consecuencia, casualmente, de una conversación telefónica que se hace pública y que compromete al anterior presidente legislativo.

Por eso, la reclamación que hacen los correístas acerca de la gestión de Cabezas no tienen autoridad alguna. ¿Acaso se olvidan de que José Serrano sigue sentado en su curul a pesar de querer tumbar a un fiscal general? Un poco de vergüenza no les haría mal, sin embargo, sin tenerla ni sin deseo manifiesto de tenerla, le piden a Cabezas que renuncie.

Para el presidente Moreno, Elizabeth Cabezas representa una de las que abandonó a Correa para sumarse a sus filas y optar por la postura de supuesto asombro. Es una de las que asume el rol de no haberse dado cuenta de todos los horrores del gobierno anterior. Cabe, aprovechando esta reflexión, decir que este asunto de sentirse y proyectarse como víctimas también se le está acabando al gobierno morenista con correísmo incrustado, obviamente.

En dos semanas hay elecciones seccionales y en mayo también habrá que elegir nuevas autoridades en la Asamblea. Mientras tanto, algunos ciudadanos seguimos preguntándonos quién manda a quién en el Ecuador y cuál de los bandos cuenta con la inteligencia más perversa.