Consultas. Psicólogos de la UDLA, cuando estuvieron en Manabí.

La asistencia psicologica llega, pero no alcanza

Cincuenta psicólogos voluntarios de universidades de Guayaquil, Quito y Manabí y personal especializado del Ministerio de Salud trabajan en la recuperación de la estabilidad emocional de los afectados por el terremoto del 16 de abril, que aún mantiene

Cincuenta psicólogos voluntarios de universidades de Guayaquil, Quito y Manabí y personal especializado del Ministerio de Salud trabajan en la recuperación de la estabilidad emocional de los afectados por el terremoto del 16 de abril, que aún mantiene a unos 28.000 damnificados en los albergues.

La asistencia psicológica no alcanza a cubrir el gran número de personas que la requieren porque el grupo profesional dedicado a la atención diaria es reducido y no se abastece para todos los que lo necesitan.

Por parte del Ministerio de Salud hay un psicólogo en cada albergue que ejecuta terapias personales, grupales y actividades recreativas, deportivas y lúdicas, que ayudan a los afectados a superar los traumas causados por el movimiento telúrico y las réplicas que no dejan de ocurrir, aunque han pasado ya tres meses desde el terremoto que dejó 668 muertos y pérdidas económicas por más de 3.300 millones de dólares.

“Se necesitan más psicólogos porque las necesidades son grandes”, dice la licenciada Mariela García, responsable del departamento de Psicología de la zona 4 del Ministerio de Salud, que abarca a las provincias Santo Domingo y Manabí, esta última la más afectada por el terremoto más fuerte del siglo.

Hasta ahora, según García, se ha brindado atención psicológica a 23.139 personas en las provincias de Manabí y Esmeraldas. La cifra incluye a los empleados estatales que ayudaron al personal de salud que trabajó en las zonas de desastre y a los privados de libertad.

Tres meses después del terremoto del 16 de abril, el país ya no tiene la ayuda de la Organización Médicos Sin Fronteras y pronto también partirán los cinco psicólogos de la agrupación Médicos del Mundo, que han trabajado incansablemente en la recuperación del estado emocional de los afectados.

Entre los 50 voluntarios que siguen en las zonas afectadas están siete profesionales de la facultad de Psicología de la Universidad Eloy Alfaro de Manabí.

La asistencia es a largo plazo, dice el psicólogo Oswaldo Zambrano, de este centro de estudios universitarios. Él cuenta que lo primero que hicieron fue brindarles asistencia grupal a los más de 500 docentes y 19.000 estudiantes, a través de sesiones de descargas emocionales y otras prácticas.

Previamente, recibieron la capacitación de psicólogos de Médicos Sin Fronteras y una asociación israelí para tratar a personas afectadas por catástrofes. Después brindaron atención al personal de la Fiscalía de Manta y al personal del Ministerio de Salud. Ahora están en los albergues, como otros profesionales de las universidades Casa Grande, Estatal y Católica de Guayaquil, y las universidades Central y Católica de Quito.

Cincuenta psicólogos voluntarios de universidades de Guayaquil, Quito y Manabí y personal especializado del Ministerio de Salud trabajan en la recuperación de la estabilidad emocional de los afectados por el terremoto del 16 de abril, que aún mantiene a unos 28.000 damnificados en los albergues.

La asistencia psicológica no alcanza a cubrir el gran número de personas que la requieren porque el grupo profesional dedicado a la atención diaria es reducido y no se abastece para todos los que lo necesitan.

Por parte del Ministerio de Salud hay un psicólogo en cada albergue que ejecuta terapias personales, grupales y actividades recreativas, deportivas y lúdicas, que ayudan a los afectados a superar los traumas causados por el movimiento telúrico y las réplicas que no dejan de ocurrir, aunque han pasado ya tres meses desde el terremoto que dejó 668 muertos y pérdidas económicas por más de 3.300 millones de dólares.

“Se necesitan más psicólogos porque las necesidades son grandes”, dice la licenciada Mariela García, responsable del departamento de Psicología de la zona 4 del Ministerio de Salud, que abarca a las provincias Santo Domingo y Manabí, esta última la más afectada por el terremoto más fuerte del siglo.

Hasta ahora, según García, se ha brindado atención psicológica a 23.139 personas en las provincias de Manabí y Esmeraldas. La cifra incluye a los empleados estatales que ayudaron al personal de salud que trabajó en las zonas de desastre y a los privados de libertad.

Tres meses después del terremoto del 16 de abril, el país ya no tiene la ayuda de la Organización Médicos Sin Fronteras y pronto también partirán los cinco psicólogos de la agrupación Médicos del Mundo, que han trabajado incansablemente en la recuperación del estado emocional de los afectados.

Entre los 50 voluntarios que siguen en las zonas afectadas están siete profesionales de la facultad de Psicología de la Universidad Eloy Alfaro de Manabí.

La asistencia es a largo plazo, dice el psicólogo Oswaldo Zambrano, de este centro de estudios universitarios. Él cuenta que lo primero que hicieron fue brindarles asistencia grupal a los más de 500 docentes y 19.000 estudiantes, a través de sesiones de descargas emocionales y otras prácticas.

Previamente, recibieron la capacitación de psicólogos de Médicos Sin Fronteras y una asociación israelí para tratar a personas afectadas por catástrofes. Después brindaron atención al personal de la Fiscalía de Manta y al personal del Ministerio de Salud. Ahora están en los albergues, como otros profesionales de las universidades Casa Grande, Estatal y Católica de Guayaquil, y las universidades Central y Católica de Quito.