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El area comunal de Sauces 3 tiene varios propietarios

Algo de historia. Sauce 3 es uno de los nueve programas que el BEV desarrolló desde 1978 en el sector norte y que comprenden 17.002 viviendas.

Áreas en abandono. Así lucen algunos espacios del área comunal, en especial las que están a cargo del BEV. Ni siquiera quienes viven o tienen negocios se ocupan del cuidado.

En Sauces 3, sector norte de la ciudad, pocos de sus 10.762 habitantes tienen claro dónde comienza y dónde termina el área comunal. Para algunos, sus derechos cubre a todo lo que está dentro de los 14 mil metros cuadrados de este espacio. Otros, menos codiciosos, consideran que apenas les concierne las cuatro canchas que comparten con los alumnos de tres centros educativos construidos dentro de ese mismo espacio.

Una convivencia que genera ciertos contrapuntos. Hay vecinos que se oponen a que los planteles educativos -dos escuelas y una unidad básica- cierren los ingresos a las canchas cuando los alumnos las ocupan. Por estos descampados cortan camino hacia el otro lado de la ciudadela.

Tampoco está claro el porqué lo que alguna vez el promotor de esta ciudadela -el Banco Ecuatoriano de la Vivienda (BEV)- destinó para una biblioteca, se haya convertido en hogar de una familia. O que el retén policial que inauguró en persona el presidente Oswaldo Hurtado Larrea sea una bodega abandonada.

Para María Chalco Calle, una vecina que lidera algunas actividades en el barrio, el actual panorama se justifica en una razón determinante: la desunión barrial. “Nadie hizo nada para evitar que de estos sitios se posesionasen diferentes personas”.

El proyecto original del BEV planteaba un desarrollo de avanzada: 193 manzanas -unas 2.404 viviendas- alrededor de un área comunal que atendían casi todas las necesidades de sus habitantes. Desde un pequeño centro comercial -con 14 locales- una farmacia, un retén, canchas deportivas, casa comunal, centro de salud, hasta una biblioteca.

La mayoría de las edificaciones levantadas en ese espacio son de propiedad del BEV, que en su momento no terminó de ejecutar el proyecto: entregar en alquiler o en venta los locales. Esto motivó un cierto vacío que fue aprovechado por los actuales posesionarios.

Una situación que en parte se justifica por la indefensión en la que cayó la comunidad por su ente representativo.

Desde junio de 1983, un año después de que el BEV entregó las viviendas, se conformó un comité pro mejoras. Pero su labor ha sido intermitente, o casi no existió.

Tanto que “en más de 33 años, ni siquiera fueron inscritas las directivas ante el Ministerio de Bienestar Social”, dice William Martínez, otro vecino, quien el año pasado promovió la organización del consejo barrial, por medio del cual cerca de 700 vecinos votaron para designar a Luis Martínez Bohórquez, quien desde junio ha intentado recuperar parte de lo que la comunidad perdió en estos 30 años.

“No ha sido fácil, aquí hay quienes dicen que tienen papeles. He contratado a un abogado para que me clarifique la situación de toda el área”.

El panorama se complica frente a una especie de enfermedad social: la poca participación de los vecinos. La comunidad no reacciona. De los diez miembros que conforman este consejo barrial solo el presidente está activo.

“Y aquí hay mucho que hacer”, dice Teresita Ruiz Granda, otra de las vecinas. Ella se refiere a una serie de problemas que origina por el vacío legal de cierta parte del área comunal.

“Con el tema de las canchas, que fueron entregadas al Municipio hace mucho, sabemos a dónde ir a reclamar. Lo que pertenece al BEV, no. Porque esta institución no está activa”, aclara esta maestra jubilada.

Esta entidad estatal, que durante más de cinco décadas desarrolló más de 100 programas habitacionales en todo el país, entró en proceso de liquidación voluntaria a fines de 2014. Un proceso que aún no termina. Con la vigencia en septiembre de ese año del Código Monetario y Financiero, se determinó que los bienes inmuebles de la entidad pasarán al Servicio de Gestión Inmobiliaria del Sector Público (Inmobiliar).

“Ese tipo de situaciones también afectan al barrio. Nunca el BEV hizo mejoras después que terminara el programa. Menos las hará en estos días si se las pedimos”, dice Teresita Ruiz, quien se queja de la apariencia que tienen las cerca de diez edificaciones de propiedad de la entidad estatal.