Apresen al culpable
Ecuador, isla de paz, ha terminado. La sepultó el narcoterrorismo, ese monstruo criminal que se alió a las FARC por perversión y mimetismo. Ha fenecido por obra de la robolución ciudadana (testaferros de Odebrecht) y los amigos del correato. Por eso la primera tarea de todos los ciudadanos es pedir en calles y plazas: ¡apresen al verdadero culpable de las pérdidas de vidas, de militares, periodistas y gente inocente! Vive en Bélgica.
Hoy sabemos nombres de los heridos, muertos y desaparecidos. Mañana serán anónimos. Ahora nos esperan días de miedo y lágrimas porque el correato nos metió en el laberinto de terror, sangre y muerte. Han comenzado a caer y surgen las primeras víctimas. Nos hizo perder la paz y la vida por una irresponsable, perversa y destructora política de caudillo y líder tóxico que envenenó a la sociedad ecuatoriana en 10 años.
Hablemos sin tapujos. No rebusquemos la expresión más “educada” de la gramática y sociolingüística diplomática. Seamos francos, sinceros y directos: el correato es el responsable, indirecto y directo, de una destructora geopolítica y de la inseguridad fronteriza. El líder venenoso y contaminante estaba más obsesionado por montar un aparato de autoseguridad, al estilo de la dinastía Castro, del chavismo y del madurismo. Nunca pensó, ni jamás se preocupó, por los intereses del Ecuador. Él era el jefe de una mafia de corruptos y corruptores para quienes los destinos nacionales no valían nada al lado de la vanidad y la búsqueda frenética del dinero obtenido por cohecho, sobreprecios, coimas y tantas gabelas que montó a lo PhD en una década.
Es cierto, él no hizo un disparo ni encadenó a periodistas, aunque sí los judicializó y persiguió. No requirió de balas, bombas ni de cualquier tipo de explosivo. Solo montó un sistema que pretendió destruir la seguridad nacional y la necesaria geopolítica que todo Estado democrático debe tener. Por eso lloremos y oremos por los muertos y heridos. Pero con firmeza exijamos en las calles que apresen al verdadero culpable (que no tiene conciencia de lo que ha hecho), que vive tuiteando desde su ático en Bélgica. Él y su gavilla son responsables del dolor y la tragedia que hoy vive el Ecuador.