
Aparecio enterrado en la casa de su novia
Un par de zapatos y un olor insoportable fueron suficientes para que Elena Mosquera intuyera que algo malo había ocurrido con su hijo Leopoldo Leonel Loza Mosquera, desaparecido desde la noche del pasado sábado.
La incansable búsqueda que emprendió la madre por encontrar a su vástago de 35 años, la condujo a una vivienda de la manzana 48, en la cooperativa Abel Gilbert 1 del cantón Durán, donde halló a Leopoldo, pero muerto.
El cadáver estaba enterrado en el patio de la casa, donde vivía la novia de la víctima con un hermano y su cuñada.
Fue un par de zapatos que Elena vio cerca del cerramiento de caña de la vivienda, que creía era de su hijo, lo que motivó buscar en el sitio. “Mi tío se trepó en el techo vecino y observó un montículo de tierra de dos metros. Justo ahí abajo estaba mi hermano”, describió Juan Loza, al destacar que había sangre hasta en los exteriores del inmueble.
Con la sospecha de que había un muerto en la villa, llamaron al personal de la Dinased que acudió al sitio. Al poco tiempo, los agentes hallaron el cadáver de Loza bajo tierra.
El mayor Francisco Hernández, jefe de la Unidad, indicó que la víctima tenía señales de haber muerto “por un hecho violento”.
El fiscal William Aguilar precisó que Loza recibió un golpe contundente en la cabeza y heridas con un arma blanca.
“Recibió entre ocho a diez puñaladas. Al parecer, el ciudadano primero fue golpeado y luego herido con el arma. Hubo fractura y órganos lacerados”, detalló Aguilar.
El cuerpo fue llevado a la morgue de Guayaquil, en medio del desconsuelo de Elena que se desmayó al ver que su ‘Danny’, como le decía, era subido al carro de Medicina Legal.