Amenaza atroz
El tremendo presidente de los Estados Unidos, señor Trump, ha vuelto a expresar una amenaza terrible a Corea del Norte, manifestando que pulverizará a ese país y descargará sobre su territorio una violencia de tal género que lo convertirá en cenizas. El gobernante de Corea del Norte, que no tiene la más elemental conciencia humanista y democrática, ha probado misiles transcontinentales que podrían portar la terrible bomba de nitrógeno. Tales actitudes son una amenaza contra todo el planeta Tierra porque la bomba atómica podría reducir a cenizas no solamente a ese país, podría hacerlo con medio mundo. La humanidad entonces se halla frente a una doble amenaza global, la del gobernante de Corea del Norte, y la de un país que se llama democrático y civilizado, pero que está gobernado por alguien que no tiene límite en cuanto al uso de la fuerza.
Para solventar los problemas que confrontan a los gobernantes, no a los dos países, hay organismos que propician una mesa de negociaciones para dilucidar los asuntos que los conmueven y a esa mesa tendrían que recurrir los dos. Aunque el asiático no reconoce siquiera la existencia de estos organismos de la paz. El otro es gobernante de un país occidental que se supone es civilizado y pacífico, pero sobre estas características, parece que se salta a la torera. Si estamos ante esta eventualidad, el mundo se halla en vísperas de un holocausto, porque en cualquier momento se exacerbarán los dos rincones y podrían uno o ambos operar el implemento que controla los misiles genocidas. Entonces el mundo contemplaría un estallido tan brutal que lo haría temblar. Y no solo temblar, probablemente lo haría padecer y hasta morir.
Parece que la ONU se alza de hombros frente a amenaza tan espeluznante y lamentablemente no ha cumplido a cabalidad los fines para los cuales fue creada, que no son otros que preservar la paz y convertirse en un árbitro que haga que las naciones que tienen problemas entre sí encuentren caminos de solución pacífica a sus controversias.