El Alzheimer, una enfermedad cruel que no tiene cura

Tras 51 años de casados, mi esposo me olvidó. Un día que yo estaba con él me dijo: “Señora, salga de mi casa que viene mi esposa con mis hijos y usted me va a robar la casa”. A mí se me partió el corazón cuando él no me reconoció.

El Alzheimer es una enfermedad cruel porque el olvido no solo les impide recordar donde dejaron los objetos que tenían en la mano recientemente, sino a los seres amados que ocupaban un lugar dentro del mundo de sus afectos hace mucho tiempo.

Al pasar los años, una tarde me dijo: “Vámonos donde mi mamá”. Y su madre ya había fallecido hacía muchos años atrás. O decía: “Prepara un plato más porque viene mi papá” y su padre también había muerto. Desgraciadamente ambos padres murieron de la misma enfermedad.

Mi esposo tiene 75 años y padece de Alzheimer hace 14 años. Actualmente, él ha perdido todo: es prácticamente un vegetal.

Mi testimonio es para personas que tengan familiares que experimenten olvidos; deben someterlos a exámenes en centros médicos con el servicio de neurología para descartar o tratar rápidamente los efectos y así ralentizarlos, ya que por ser una enfermedad degenerativa lastimosamente no tiene cura.

Adela de Dupláa