Alarma por la oleada de saqueos en los parques

Alarma por la oleada de saqueos en los parques

Actúan de noche, camuflados en la oscuridad. Rompen las cajuelas colocadas en la base de las luminarias y, atraídos por el cobre, jalan los 3.000 metros de cable que sirven para alumbrar el parque central de Los Ceibos, al norte de Guayaquil. A los ladrones no parece importarles que haya una UPC de la Policía Nacional en una esquina del recinto. Desde comienzos de 2015, han cometido cuatro saqueos idénticos. El último se produjo seis meses atrás.

El caso de Los Ceibos es un claro ejemplo de un fenómeno que tiene en vilo al Municipio. De hecho, en el Cabildo se sienten “desesperados” ante “el gran aumento” de robos registrado en estos espacios urbanos, que después originan infinidad de quejas ciudadanas “por falta de luz”.

Aunque no posee cifras concretas de las pérdidas, Eduardo Piedra, jefe de Mantenimiento y Preservación de Obras Eléctricas, resalta a EXPRESO que esta clase de acciones son “periódicas”. Y cita otros hechos similares ocurridos en La Saiba, sur de la ciudad; Sauces, Alborada y Guayacanes, al norte; el céntrico parque Centenario; o las inmediaciones del monumento de Guayas y Quil, enfrente de la avenida Benjamín Rosales, donde desaparecieron cuatro lámparas situadas a doce metros de altura y los cables de las cámaras de seguridad.

La gravedad del problema es tal que si la situación no da un giro, el Cabildo “ya no podrá reponer” los materiales: “La Policía Nacional deberá encargarse o, en su defecto, los vecinos necesitarán contratar a guardias”.

Hoy, quince operarios designados por el Municipio reparan los destrozos ocasionados hace medio año en Los Ceibos, donde además hay que reparar 137 farolas. Pero para evitar episodios similares, están reforzando el cableado y las luminarias con cemento y estructuras metálicas. “Esperemos que no vuelvan a llevarse todo”, apunta Adolfo Klaere, presidente del comité vecinal.

Mientras observa las obras, el líder de los moradores recuerda cómo alguno de estos sucesos ocurrió “al mismo tiempo que se efectuaba la reposición por el robo anterior”.

Así que los dirigentes del sector, cansados de ser el blanco de los delincuentes, han solicitado los servicios de un guardia nocturno hasta que la instalación finalice, lo que supone “un gran esfuerzo” económico para ellos.

El problema es que las tareas se están alargando más de lo previsto. Aunque les habían informado que durarían diez días, “ya ha pasado un mes”, con el consiguiente gasto para el comité: “La UPC funciona las 24 horas, pero sentimos que la Policía Nacional no da apoyo suficiente. Y no contamos con presupuesto para pagar a un vigilante todo el año”.

Actúan de noche, camuflados en la oscuridad. Rompen las cajuelas colocadas en la base de las luminarias y, atraídos por el cobre, jalan los 3.000 metros de cable que sirven para alumbrar el parque central de Los Ceibos, al norte de Guayaquil. A los ladrones no parece importarles que haya una UPC de la Policía Nacional en una esquina del recinto. Desde comienzos de 2015, han cometido cuatro saqueos idénticos. El último se produjo hace seis meses.

El caso de Los Ceibos es un claro ejemplo de un fenómeno que tiene en vilo al Municipio. De hecho, en el Cabildo se sienten “desesperados” ante “el gran aumento” de robos registrado en estos espacios urbanos, que después originan infinidad de quejas ciudadanas “por falta de luz”.

Aunque no posee cifras concretas de las pérdidas, Eduardo Piedra, jefe de Mantenimiento y Preservación de Obras Eléctricas, resalta a EXPRESO que esta clase de acciones son “periódicas”. Y cita otros hechos similares ocurridos en La Saiba, sur de la ciudad; Sauces, Alborada y Guayacanes, al norte; el céntrico parque Centenario; o las inmediaciones del monumento de Guayas y Quil, enfrente de la avenida Benjamín Rosales, donde desaparecieron cuatro lámparas situadas a doce metros de altura y los cables de las cámaras de seguridad.

La gravedad del problema es tal que si la situación no da un giro, el Cabildo “ya no podrá reponer” los materiales: “La Policía Nacional deberá encargarse o, en su defecto, los vecinos necesitarán contratar a guardias”.

Hoy, quince operarios designados por el Municipio reparan los destrozos ocasionados hace medio año en Los Ceibos, donde además hay que arreglar 137 farolas. Pero para evitar episodios similares, están reforzando el cableado y las luminarias con cemento y estructuras metálicas. “Esperemos que no vuelvan a llevarse todo”, apunta Adolfo Klaere, presidente del comité vecinal.

Mientras observa las obras, el líder de los moradores rememora cómo alguno de estos sucesos ocurrió “al mismo tiempo” que se restituían los bienes birlados en el robo anterior.

Así que los dirigentes del sector, cansados de ser el blanco de los delincuentes, han solicitado los servicios de un vigilante nocturno hasta que la instalación finalice, lo que supone “un gran esfuerzo” económico para ellos. Sobre todo porque las tareas se están alargando más de lo previsto.

Aunque les habían informado que durarían diez días, “ya ha pasado un mes”, con el consiguiente gasto extra: “La UPC funciona las veinticuatro horas, pero sentimos que la Policía Nacional no da suficiente apoyo. Y no contamos con presupuesto para pagar a un vigilante todo el año”.