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Todo o nada
Estar preparado para el fracaso puede ser el camino que lleve directo hacia él. Es la tesis de una investigación publicada en la revista académica Organizational Behavior and Human Decision Processes en la que se cuestiona la eficacia de los planes de

Estar preparado para el fracaso puede ser el camino que lleve directo hacia él. Es la tesis de una investigación publicada en la revista académica Organizational Behavior and Human Decision Processes en la que se cuestiona la eficacia de los planes de contingencia. La premisa que defiende la coautora del artículo Jihae Shin es que un plan A funciona mejor si no hay plan B, puesto que todos los esfuerzos se concentran en el objetivo inicial.
“Basta con pensar que existe un plan alternativo para que uno tenga menos deseos de lograr el objetivo primario [y que por lo tanto] ponga menos esfuerzo” en ese objetivo, dijo Shin, coautora y profesora de Administración y Recursos Humanos de la Escuela de Negocios de la Universidad de Wisconsin en Madison (EE. UU.). “El resultado es que usted tiene menores posibilidades de éxito en su objetivo primario”, recoge el diario estadounidense The Wall Street Journal.
El deseo de alcanzar una meta se basa a menudo en la forma en que uno piensa que se sentirá al final de su esfuerzo. Cuando la gente anticipa que se va a sentir muy mal si no completa una tarea, va a trabajar más duro para completarla, dijo Shin. Pero si han pensado en un plan B, podrían sentirse más cómodos no esforzándose lo suficiente.
Los investigadores solo estudiaron el efecto de tener planes de contingencia en las personas, en cómo tratan de resolver un asunto, pero no lo aplicaron a grupos o empresas. Aun así, según la coautora, los resultados tienen consecuencias para quienes lideran equipos. En vez de pedir al mismo equipo que trabaje en una meta y que formule un plan alternativo, los gerentes deberían pedir a un equipo diferente que haga el plan B.
El profesor de la escuela de negocios Espae, Guido Caicedo, aclara que en Ecuador no es muy común que los emprendimientos arranquen con dos caminos: el principal y el de emergencia. Aunque en ocasiones, hay iniciativas que se lanzan al mercado con dos propuestas a la vez. Lo que merma sus posibilidades de éxito, según su análisis.
“Cada posible camino de negocio requiere recursos pero sobre todo tiempo de aprendizaje. Es preferible para una startup o proyecto enfocar toda su energía, recursos y aprendizaje a hacer bien una sola cosa y tratar de sacarla adelante. La experiencia recopilada es invaluable aún en caso de que no funcione para buscar alternativas”, razona.
Por eso, Caicedo considera que “tener un plan B con demasiada anticipación quita enfoque y puede llevar a la empresa a abandonar el plan A demasiado pronto”. Lo ideal sería, en caso de tener una propuesta alternativa, “dejarlo estar y consultarla de vez en cuando para ver si hay algo que pueda nutrir de manera natural al plan A”.
En la práctica, el presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios, Andrés Briones, coincide en que no es habitual que un emprendimiento ecuatoriano vea la luz ya con un plan de contingencia.
Pero Briones sí ve una ventaja en la previsión. “Generalmente los emprendedores planifican en un solo escenario: el mejor. Por eso vemos algunos emprendimientos que mueren prematuramente”, lamenta. Aunque el primer tropezón, tampoco es el fin. “El chip del joven emprendedor hace que el plan A esté siempre en constante cambio. Los emprendedores no tienen planes rígidos y esa es su principal ventaja creativa”, destaca.
Caer es parte del camino, dice, y por eso, estar preparado nunca puede ser pernicioso. “No creo que una empresa funcionaría mejor sin un plan de contingencia. Un empresario tiene como tarea inicial prever cada uno de los escenarios posibles y realizar planes de acción que pueden ser ejecutables dependiendo de las circunstancias”, detalla Briones, en referencia a la capacidad de reacción de los emprendedores. “Es verdad que existen algunos empresarios que se fijan un objetivo inicial y se van adaptando de acuerdo a las circunstancias hasta lograrlo. Esos son planes de contingencias tácitos, no están estructurados linealmente sino que se crean y ejecutan de acuerdo a la reacción de una posible acción”, recalca. De hecho, los grandes imperios empresariales, recuerda el joven directivo, han sobrevivido en el tiempo gracias a adaptarse al ‘fracaso’ y buscarle siempre una solución.