Nosotros los de entonces

La conocida frase del tan absolutista rey de Francia: “El Estado soy yo”, que sería rechazada por la Revolución francesa de 1789, tras la toma de la Bastilla, y que tendría su apoyo filosófico-político en la teoría (¿o axioma?) de Montesquieu, quien señaló la severa división de las funciones de todo gobierno realmente democrático y que más de dos siglos después el correísmo rechazaría para meterle no solo la mano a la justicia sino volver al primer mandatario una suerte de Luis XIV moderno, con la Función Ejecutiva asumiendo todos y cada uno de los poderes del Estado, parece que con cierta lentitud (la justicia tarda pero llega) se la trata ahora de archivar. Y le ha tocado al propio titular del Consejo de Participación Ciudadana, don Julio César Trujillo, plantear el necesario harakiri (o autogol, como dirían los futbolistas) con la propuesta de que sea a través de una consulta popular, que se llevaría a cabo con las elecciones seccionales de marzo del próximo año, que la voluntad popular decida sobre la suerte del “quinto poder” (acabando no solo con su transitoriedad sino con su existencia misma) que en el régimen pasado absorbió todas las responsabilidades públicas para, de cierta manera, hacer que el Ecuador funcione con el sistema fascista de partido único, en este caso Alianza PAIS, como en las épocas de Hitler en Alemania, Mussolini en Italia y Franco en España.

Recordemos que incluso el Poder Legislativo, el antiguo Congreso que ahora se llama Asamblea (aunque no Constituyente), gracias al Método D’Hondt, que le quitó todo chance a las minorías, armó la llamada “aplanadora” que, olvidándose de fiscalizar legisló según el criterio único enviado desde Carondelet.

La llegada al poder de Lenín, que no le dio continuidad al correísmo, no solo que desmintió la frase sobre “la mesa servida” sino que logró que gran parte de los adictos a Rafael Vicente, repitiendo el verso amoroso de Neruda: “Nosotros los de entonces ya no somos los mismos”, dejaran que la Legislatura funcione compartiendo opiniones de diferentes tendencias políticas y bancadas. Con ello la dictadura al estilo del rey francés quedó suprimida.