Porque fueron, somos...
Ayer celebramos el natalicio de Simón Bolívar, alguien vital para nuestra historia, al que hemos reducido a cromo de álbum o frasecita de discursos baratos. “El Libertador” le decimos. Y ya.
Dudo que la gran mayoría de nosotros podamos decir algo más que eso. Pero si nos preguntaran por Maluma, las Kardashian o el Bolillo, quién sabe.
Dudo que los criminales que gobiernan su país, Venezuela, recuerden su diatriba: “maldito el soldado que apunta el arma contra su pueblo”. Porque esos canallas no solo le apuntan: disparan.
Dudo que en Ecuador tantos ministros, tantos, y tantos asambleístas, tantos, y tantos contratistas, tantos, sepan que les dejó como legado esta sentencia: “la mejor política es la honradez”. Dudo que los que querían quedarse 300 años y se farrearon casi todo en solo 10, recuerden su orden terminante: “huyan del país donde uno solo ejerce todos los poderes: es un país de esclavos”.
Dudo que a los defensores de la minería salvaje, o sea casi toda, les haga gracia saber que ya los identificó con 200 años de anticipo: “lo que se destruye es inútil a todos. Y aquí no habrá sino desiertos inmensos, propios para vivir al abrigo de estos males”.
Dudo que los maestros que ordenan aprender su natalicio pidan también saber lo que sí cabe: que cuando los gritos libertarios de las revoluciones americana y francesa eran apenas infantes, él abrió en el sur una senda por la que hoy transitamos los que queremos hacerla más justa y libre, al fin democrática. Y que los derechos que hoy tenemos se los debemos a quienes, como él, desbrozaron el camino. No sé quién lo dijo, pero tenía razón: somos enanos subidos en los hombros de gigantes: sin ellos no podríamos mirar tan alto.
“Somos más valientes y más sabios porque existieron esas mujeres fuertes y hombres fuertes ... Somos lo que somos, porque ellos eran lo que eran”. La frase de esa mujer imprescindible que fue Maya Angelou, defensora de la igualdad de derechos, le cabe a Bolívar, uno de esos hombres y mujeres en cuyos hombros nos paramos. Para no sentirnos tan enanos. Y para recordar que solo somos... porque ellos fueron.